
Redacción / Quintana Roo ahora
Por donde se le vea, Aguakan ya no tiene credibilidad ni liderazgo en Quintana Roo. La empresa concesionaria del agua está colapsando, y no por falta de presión en sus tuberías, sino por el hartazgo social que crece día con día.
Hoy, la gente se los está comiendo vivos en redes sociales. No hay publicación que hagan donde no les lluevan reclamos, denuncias, insultos… ¡y con justa razón! Y para colmo, ya recurren a llenar sus publicaciones con bots, creyendo que unos cuantos comentarios prefabricados van a tapar la realidad de un servicio ineficiente y abusivo.

Mientras tanto, en las colonias y fraccionamientos de Cancún, Playa del Carmen, Tulum y más allá, miles de usuarios siguen sin agua, con tarifas cada vez más caras y con una atención que más bien parece burla. ¿Cuántas veces se ha denunciado que tardan días, semanas, en responder a reportes? Eso sí: el recibo llega puntual y con montos inflados.
¿Cómo pretende una empresa como Aguakan seguir operando en un estado que ya la repudia? No pueden liderar nada, ni mucho menos un servicio tan esencial como el agua. Su imagen está tan deteriorada que hasta sus estrategias digitales resultan patéticas. ¡No es con bots como van a limpiar su nombre, es con un servicio digno y eficiente, cosa que evidentemente no tienen ni por asomo!
El colmo es que esta crisis ocurre mientras en muchas comunidades el agua es un lujo inalcanzable. Y todavía se atreven a hablar de sustentabilidad, de compromiso social… ¿compromiso? El único compromiso que vemos es con el negocio, no con la gente.
La paciencia se acabó. Si las autoridades no actúan, el descontento ciudadano lo hará. Porque en Quintana Roo, lo que se está desmoronando no es solo la imagen de Aguakan, sino la paciencia de un pueblo que merece respeto, no excusas.