septiembre 29, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

CDMX.- El México que presume cifras de empleo récord también arrastra los pies por el lodazal de la informalidad. En abril, 165 mil personas más encontraron un trabajo, pero la pregunta correcta no es cuántos trabajan, sino cómo. Y la respuesta, de nuevo, incomoda.

La más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) revela que casi toda la creación de empleos en el arranque del segundo trimestre se concentró en la informalidad: 258 mil nuevas ocupaciones sin prestaciones, sin seguridad social, sin certeza. Por el contrario, el trabajo formal perdió casi 93 mil plazas. A pesar del aumento de personas ocupadas, también creció el desempleo: casi 203 mil más se sumaron a la lista de quienes buscan sin encontrar, elevando la tasa de 2.2% a 2.5%.

Esto no es un fenómeno nuevo, pero sí preocupante. Alexa Castro, de México, ¿Cómo Vamos?, lo resume con precisión quirúrgica: “La informalidad es la población más castigada en salarios”. Y ojo, no se trata sólo de changarros sin registro. El 89% del crecimiento en la informalidad provino de trabajadores dentro de negocios formales o incluso del gobierno, bajo esquemas que evaden derechos laborales.

“Más de la mitad de los empleos en México están en la informalidad, incluso en empresas transnacionales o instituciones públicas”, alerta Paulina Gutiérrez, de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza. El monstruo tiene doble cara: oficinas con aire acondicionado donde los trabajadores facturan como “freelancers”, y calles donde la economía se mueve sin ley ni protección.

El otro gran pendiente es la subocupación, ese limbo laboral donde se trabaja menos de lo necesario. En abril, 4.2 millones de personas estaban en esa condición: jornadas incompletas, sueldos que no alcanzan y necesidad de sumar dos o tres empleos. La tasa de subocupación creció de 6.6% a 7.1%, el nivel más alto del año.

Mientras tanto, el campo revivió con fuerza (+431 mil empleos), al igual que la manufactura (+313 mil). Pero la construcción se desplomó y los servicios —ese vasto universo donde trabaja buena parte del país— perdieron más de medio millón de plazas, arrastrados por una economía que sigue siendo dispareja, desigual y profundamente frágil.

En resumen: el empleo crece, pero no se dignifica. México necesita más que números verdes. Urge una política laboral que no sólo sume personas, sino que les ofrezca trabajo con derechos, estabilidad y un futuro posible. Porque mientras el trabajo siga siendo sinónimo de precariedad, la bonanza será solo un espejismo estadístico.

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