Paso En Falso
En pleno 2025, mientras el Caribe mexicano presume cifras récord en ocupación hotelera, hay una historia que se está escribiendo en voz baja, casi en susurros, y que los diputados locales de Quintana Roo prefieren no escuchar: la de los mexicanos deportados de Estados Unidos que han encontrado en este estado una tabla de salvación. En menos de cuatro meses, 180 compatriotas repatriados por la política migratoria de Donald Trump han sido empleados por la industria turística. Una cifra que debería encender las alertas, convocar a la reflexión… y al posicionamiento firme del Congreso. Pero no. Reina el silencio.
No hay pronunciamientos, ni exhortos, ni mucho menos propuestas de ley. Nada que indique que las y los diputados locales se han tomado la molestia de mirar de frente a estos migrantes que llegan con la mochila cargada de sueños rotos, pero también de experiencia laboral y dominio del inglés. ¿Dónde están los discursos encendidos en defensa de los derechos humanos? ¿Dónde quedaron las promesas de ser un Congreso del pueblo? Tal parece que solo son pueblo para la 4T/Verde cuando conviene políticamente. Mientras tanto, los migrantes siguen siendo invisibles en la agenda legislativa.
Lo más grave no es solo la omisión, sino la oportunidad perdida. En un estado cuya economía depende en gran medida del turismo internacional, estos migrantes bilingües podrían ser el motor de una nueva política pública de reinserción laboral y humana. Quintana Roo no solo puede, sino que debe ser un ejemplo nacional de cómo aprovechar el talento y la resiliencia de quienes vuelven con las heridas abiertas. Pero para eso se necesita voluntad política. Se necesita coraje. Y eso, al parecer, escasea más que los buenos modales en temporada alta.
Mientras las y los legisladores posan sonrientes en sus redes sociales, entre selfies y reconocimientos sin sustancia, la realidad se les cuela por la puerta trasera del Congreso. Los migrantes mexicanos no necesitan lástima ni discursos vacíos, necesitan leyes que los protejan y un Estado que les dé la bienvenida con algo más que un contrato temporal en un hotel. Porque volver al país debería ser un acto de esperanza, no un nuevo exilio dentro de su propia tierra.
