
Redacción / Quintana Roo Ahora
CANCÚN.- A pesar de los discursos optimistas y las cifras proyectadas desde los escritorios oficiales, la realidad en las calles —o mejor dicho, en la arena— cuenta otra historia. Mientras el secretario de Turismo de Cancún, Juan Pablo de Zulueta, anuncia con entusiasmo que se prevé una ocupación hotelera promedio del 81% para este verano, comerciantes, restauranteros y operadores turísticos pintan un panorama mucho menos optimista: el sargazo está golpeando más fuerte de lo que se esperaba, y las playas lucen semivacías.
En Playa del Carmen, los camastros permanecen desiertos incluso en fines de semana. En Cancún, algunos hoteles han tenido que aplicar descuentos de último momento para evitar habitaciones vacías. Y en Bacalar —la joya lagunar del sur del estado—, guías turísticos aseguran que las cancelaciones han aumentado, aunque las autoridades digan lo contrario.
De Zulueta reconoce que el sargazo es “un desafío para la imagen del destino”, aunque insiste en que “Cancún es de los lugares menos afectados” y que no hay reportes oficiales de cancelaciones por esa causa. También se apresura a subrayar que hay una mesa de trabajo entre los tres niveles de gobierno para contener el problema, y que ya se colocaron redes anti-sargazo y se realizan limpiezas constantes en las zonas costeras. Pero basta con caminar por algunas playas públicas para encontrar montículos de algas acumuladas, olores penetrantes y turistas desorientados buscando alternativas.
Mientras tanto, los pequeños negocios sobreviven a duras penas. La temporada alta inicia en julio, pero los comerciantes se preguntan ¿Dónde están los turistas?
El funcionario municipal también apuesta por diversificar la oferta turística —bodas, congresos, eventos deportivos—, destacando que el 25% de los visitantes no llega por sol y playa. Sin embargo, para muchos negocios, ese 75% que sí viene por mar y arena es el que marca la diferencia entre cerrar la semana en números rojos o sobrevivir.
Sí, hay más canadienses —el porcentaje subió de 9 a 16%—, y sí, hay una estrategia de promoción y un sitio web que informa sobre actividades culturales y rutas alternativas. Pero cuando el atractivo principal está cubierto de algas, el reto no es solo de imagen: es de subsistencia.
Desde los hoteles boutique hasta los artesanos que venden recuerdos en el malecón, todos coinciden en una cosa: el sargazo llegó más temprano y más agresivo, y está afectando la economía local más de lo que se quiere admitir.
Porque en el Caribe mexicano, cuando la playa falla, falla todo. Y esta vez, el mar no está ayudando.