Paso En Falso
Cancún fue testigo este fin de semana de lo que muchos ya sospechaban: Morena copió la receta del viejo PRI para colocar a sus candidatos a modo. Bajo la batuta de Pablo Gutiérrez, secretario del Ayuntamiento y autoproclamado “delfín” de Ana Paty Peralta, se armó un operativo político que raya en la burla: planillas cerradas, decisiones tomadas en privado y la base militante ignorada. Mientras se vende el discurso de la cuarta transformación, en los hechos el poder se concentra en un círculo reducido que protege intereses personales y negocios familiares, y dicen las malas lenguas, todos los elegidos reciben el visto bueno desde Chetumal.
Como si el PRI hubiera resucitado, el servicio público se convierte en un botín político; las elecciones, en un teatro para legitimar favoritismos. Los militantes de Morena, que esperaban participación real, se encontraron con que sus voces valían menos que cero. Las planillas ya estaban armadas, las boletas impresas y la base reducida a espectadores silenciosos, vaya, una vil simulación.
De 500 afiliados en Cancún, sólo 50 fueron notificados sobre la elección. Vecinos incluso mencionan que se habían reunido con Ana Paty Peralta días antes, y jamás recibieron aviso de la jornada. Morena presume de cambio, pero en la práctica ejecuta lo mismo que el PRI: operar en lo “oscurito”, proteger a sus cercanos y silenciar a quienes podrían cuestionar la concentración del poder. La democracia interna se volvió un mero simulacro y la transparencia, un chiste caro.
Al final del día, la pregunta sigue flotando sobre el aire cancunense: ¿es Morena un partido de transformación o sólo el PRI 2.0? Cuando los negocios familiares y los favoritos de la presidencia municipal deciden quién gobierna, los discursos de limpieza política se convierten en mentiras evidentes. Y mientras tanto, los cancunenses observan, impotentes, cómo la historia se repite, con el mismo guión, los mismos actores y un final que nadie quería ver otra vez.
