septiembre 28, 2025

El nombre de Roberto Borge resurge, esta vez con la opción de arresto domiciliario en la mira. ¿Pero qué mejor momento para recordar el turbio historial de este personaje?

El retorno de Roberto Borge Angulo a México en 2018 no fue un retorno triunfal, sino un desfile hacia la rendición de cuentas. Este exgobernador de Quintana Roo (2011-2016) se encontraba en el epicentro de una tormenta judicial por corrupción, un tema que, claramente, no genera empatía hacia su situación.

Las acusaciones en su contra son colosales. Desde lavado de dinero hasta malversación de fondos públicos, su historial refleja una gestión empañada por la corrupción. Se estima que su implicación en operaciones financieras ilícitas alcanza la escalofriante cifra de cinco mil millones de pesos mexicanos, equivalente a unos 273 millones de dólares. Cifras que desafían toda lógica y decencia.

Los fiscales mexicanos no escatiman en sus señalamientos. No solo le acusan de transacciones irregulares, sino también de haber vendido propiedades del estado a precios ridículos durante su mandato. Esto no es sólo un asunto legal, es un ataque directo a la confianza pública y a la ética gubernamental, dos elementos que su administración claramente carecía.

Borge se unió así a una lista vergonzosa de exgobernadores del PRI acusados y detenidos por corrupción. Es sólo un episodio más en la crónica negra de un partido político plagado de escándalos similares.

A pesar de su tenaz defensa, todos sus intentos por detener su repatriación y evitar su enfrentamiento con la justicia mexicana fracasaron, hoy, con la medida anunciada, la narrativa de Roberto Borge sigue abierta, pero algo es seguro, el clima político actual no anuncia una libertad cercana, y los quintanarroenses siguen en espera de justicia. La tónica actual y la continuidad del Morenismo ¿Podrán calmar nuestra sed de justicia?

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