noviembre 4, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora


Cancún.-El Janal Pixán, una de las tradiciones más entrañables del mundo maya, volvió a llenar de colores, aromas y música los espacios públicos de Cancún. Durante varios días, más de 59 mil personas disfrutaron de presentaciones artísticas, muestras gastronómicas y altares dedicados a los difuntos. Pero, tras la clausura, quedó una pregunta flotando en el aire: ¿para quién se organiza realmente esta celebración?

Entre los visitantes locales, las quejas fueron numerosas. No por la calidad del evento —que muchos calificaron de impecable— sino por los precios exorbitantes que, según decenas de testimonios, volvieron la experiencia inaccesible para muchas familias.

“Uno viene con los hijos, con la ilusión de compartir una tradición, pero los precios son imposibles”, lamentó Raúl Zamudio, vecino de la Región 100. Una marquesita en 120 pesos, huaraches que superan los mil 200 pesos, o elotes de 150 pesos se convirtieron en ejemplos del “golpe al bolsillo” que muchos denunciaron también en redes sociales.

Aunque los organizadores aseguraron que los precios son responsabilidad de los expositores, el tema ha encendido un debate sobre la accesibilidad de las festividades culturales en destinos turísticos como Cancún, donde la inflación y el enfoque hacia el visitante extranjero encarecen incluso las tradiciones más populares.

Pese a las críticas, el evento cerró con saldo blanco, reportando una asistencia récord —10 mil personas el primer día, 30 mil el segundo, 16 mil el domingo y 3 mil durante la clausura— y sólo un incidente menor por golpe de calor.

El Janal Pixán sigue siendo un homenaje a los que ya partieron, pero este año también fue un espejo para los vivos: mostró la brecha entre el orgullo cultural y la exclusión económica. Tal vez la próxima edición deba preguntarse si es posible honrar a los muertos sin olvidar a los vivos.

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