Redacción / Quintana Roo Ahora
Milán.- La Fiscalía de Milán abrió una investigación formal tras recibir denuncias sobre ciudadanos italianos que habrían viajado a Bosnia-Herzegovina a principios de los años 90 para participar en supuestos “safaris de francotiradores” durante el asedio de Sarajevo, una de las etapas más sangrientas de la guerra en la ex Yugoslavia.
Las acusaciones, presentadas por el periodista y novelista Ezio Gavazzeni, describen un escenario estremecedor: individuos adinerados, amantes de las armas, que presuntamente pagaron grandes sumas de dinero para disparar contra civiles indefensos desde posiciones serbias en las colinas que rodeaban a la ciudad sitiada. De acuerdo con los testimonios reunidos, se habrían cobrado tarifas distintas según la víctima fuera hombre, mujer o niño.
La investigación, encabezada por el fiscal antiterrorista italiano Alessandro Gobbis, examina un expediente de 17 páginas en el que Gavazzeni incluye testimonios como el de un oficial de inteligencia militar bosnio. Este asegura que su unidad tuvo conocimiento de estos viajes a finales de 1993, notificando la información al Sismi —la inteligencia militar italiana— en 1994. Según el oficial, la respuesta del Sismi llegó meses después, asegurando que había puesto fin a esas prácticas, las cuales cesaron en un plazo de dos o tres meses.




El tema resurgió con fuerza después de que Gavazzeni viera Sarajevo Safari, un documental de 2022 del director esloveno Miran Zupanic, que también sugiere la participación de extranjeros de varios países, incluidos Estados Unidos, Rusia e Italia, en estas actividades criminales. El periodista retomó entonces la investigación y entregó sus hallazgos a la Fiscalía el pasado febrero, acompañados de un informe de la exalcaldesa de Sarajevo, Benjamina Karic.
A lo largo de los años, han surgido testimonios que apuntan a la existencia de “cazadores de personas” que ingresaban clandestinamente a las zonas de combate. El portal Il Giornale reveló en julio que los presuntos implicados llegaban en furgonetas, sobornaban a oficiales para pasar controles y fingían misiones humanitarias antes de dirigirse a los puntos de tiro. Tras un fin de semana de disparos, regresaban a sus hogares como si nada hubiera ocurrido.
Según Gavazzeni, “muchos” habrían participado en esta práctica, probablemente más de un centenar, pagando hasta 116 mil dólares por la experiencia macabra. El periodista define estos actos como la representación más cruda de “la indiferencia del mal”.
Aunque la Fiscalía de Milán ya habría identificado a varios testigos clave, la investigación en Bosnia parece haberse estancado. Aún queda por determinar cuántos ciudadanos extranjeros estuvieron involucrados y si existen pruebas suficientes para llevarlos ante la justicia por haber convertido la tragedia de Sarajevo en un turismo de guerra mortal.
