Paso En Falso
Lo que estamos viendo en Quintana Roo no es una simple “modernización” del tránsito: es una jugada política de alto calibre envuelta en un discurso bonito. El Gobierno del Estado insiste en que la transición hacia IMOVEQROO busca limpiar y ordenar el sistema, pero detrás de esa narrativa se escucha un murmullo que no deja de crecer. Y lo más llamativo no son los rumores, sino los silencios: todos los presidentes municipales están calladitos, todos controlados, todos cooptados. Ni uno solo levanta la voz. Ni uno se atreve a preguntar lo obvio: ¿quién se quedará con la recaudación?
La historia que corre entre funcionarios y exmandos operativos es más cruda. Hablan de millones mensuales recaudados “por fuera”, de estructuras que operaban sin controles y de la molestia que surgió cuando Benito Juárez intentó poner orden con cámaras corporales. Ese simple movimiento habría cerrado la llave a quienes estaban acostumbrados a manejar la famosa “40” (moche, mordida, etcétera) como si fuera patrimonio privado. Y fue ahí cuando comenzó la presión para “centralizar” todo bajo un modelo que, según fuentes internas, no busca tanto modernizar como recuperar un flujo de dinero que nadie quiere perder.
El nuevo sistema tecnológico —radares, fotomultas, cámaras— suena moderno, pero sin vigilancia ciudadana puede convertirse en una recaudadora automática disfrazada de avance. Es una caja registradora digital donde cada multa cae directo a un fondo que pocos podrán auditar. Y en este contexto, no sorprende que se mencionen los intereses políticos de la gobernadora rumbo al reacomodo electoral. Controlar el tránsito es controlar territorio, estructura y recursos, justo en un momento donde ese poder vale oro.
Lo preocupante es que nadie dice nada. Alcaldes, directores, operadores: todos mudos. Todos alineados. Todos cuidando su lugar en la fila. Y mientras tanto, la ciudadanía queda atrapada entre discursos de transparencia y maniobras que huelen a lo contrario. Si este nuevo modelo será realmente una reforma o solo un reacomodo para mantener el control, dependerá de la transparencia que, hasta ahora, simplemente no existe. Y en una tierra donde el silencio suele tener dueño, la sospecha es la única que sigue hablando.
