
En un informe reciente, el Instituto Nacional de Estadística (Inegi) ha revelado que el Índice Global de Productividad Laboral de la Economía (IGPLE) de México ha experimentado una alarmante caída del 3.8 por ciento durante el tercer trimestre del año, situándose en 93.9 puntos y equiparándose a los niveles registrados en 2005.
A pesar de mostrar un ligero avance en el periodo de julio a septiembre, considerando las horas trabajadas, los datos ajustados por estacionalidad indican que la economía mexicana aún no ha logrado recuperarse completamente de los efectos de la pandemia de Covid-19.
El profesor Clemente Ruiz Durán, de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que este comportamiento desfavorable en el Índice de Productividad se debe a un fuerte aumento en la creación de empleo, pero un crecimiento más moderado en la producción, lo que refleja una recuperación económica impulsada principalmente por el empleo en lugar del Producto Interno Bruto (PIB).
John Soldevilla, director general de la consultora Economy, Business & Indicators (Ecobi), coincide en que los últimos años han evidenciado un crecimiento más pronunciado en el empleo que en la producción, lo que se traduce en una productividad a la baja.
Analizando por grupos de actividades, las secundarias experimentan una disminución del 13.9 por ciento con respecto a 2005, mientras que las terciarias o de servicios presentan una reducción del 3.2 por ciento. En contraste, las actividades agropecuarias muestran un repunte del 40.2 por ciento con respecto a 2005.
Comparando con el nivel pre-pandemia en 2019, las actividades terciarias presentan una disminución del 6.5 por ciento en la productividad, mientras que en el sector secundario o industrial, el rezago es del 1.3 por ciento. En el ámbito agropecuario, la productividad es un 7.5 por ciento mayor que en ese entonces.
Ante esta tendencia a la baja en la productividad laboral a largo plazo, Ruiz Durán sugiere avanzar en la producción mediante una mayor inversión respaldada por políticas públicas. Soldevilla destaca que la inversión sostenible es clave para impulsar un crecimiento productivo y sostenible, lo que generaría empleos adicionales y un aumento sostenido del PIB.