La histórica nevada en Moscú, la mayor en 145 años, ha sumido a la capital rusa bajo un manto de hasta 40 centímetros de nieve en algunas áreas, desencadenando una intensa operación de limpieza y despliegue de recursos. El meteorólogo Román Vilfand afirmó que este 3 de diciembre se rompió el récord de precipitaciones en más de un siglo y medio, marcando un hito inusual en la historia climática de la ciudad, según la agencia TASS.
Las autoridades municipales han movilizado equipos las 24 horas para contrarrestar las repercusiones de esta nevada sin precedentes. A pesar de la inusual acumulación de nieve, se espera que las precipitaciones cesen pronto para dar paso a un drástico descenso de las temperaturas en la región.
Mientras Moscú lucha con este fenómeno climático, Siberia se prepara para enfrentar condiciones extremas, con predicciones de temperaturas que podrían alcanzar los 20 grados bajo cero a finales de semana. Pero el verdadero desafío se vislumbra en Siberia misma, con pronósticos de un frío que podría llegar a los 40 o 50 grados bajo cero en áreas como Krasnoyarsk, Jabárovsk y regiones como Magadán, Yakutia y Chukotka.
Las consecuencias de esta intensa nevada ya se han dejado sentir en las vías terrestres y en el espacio aéreo. El tráfico ha sido interrumpido en carreteras y vuelos desde y hacia los aeropuertos de Moscú se han visto afectados. Más de 135 mil personas y 18 mil equipos han trabajado en la limpieza de la nieve, rescatando a cerca de 200 camiones atrapados en las últimas 24 horas. Además, 53 vuelos fueron retrasados y cinco cancelados en tres de los cuatro aeropuertos de la capital, con mayores problemas en Sheremetyevo, Domodedovo y Vnukovo, aunque el aeropuerto de Zhukovsky operó con normalidad.
La combinación de una nevada histórica en Moscú y las extremas condiciones previstas en Siberia plantea un desafío sin precedentes para Rusia, requiriendo una respuesta urgente y coordinada para enfrentar las adversidades climáticas en todo el país.