Quintana Roo 2024: Conectividad y el desafio del desarrollo social

El 2024 marca un reto para Quintana Roo, el joven estado que en apenas medio siglo se ha convertido en el epicentro turístico de México. La inauguración del Aeropuerto Internacional de Tulum y el Tren Maya se suman a la red de infraestructuras que afianzan su posición como líder en conectividad. Con cuatro aeropuertos internacionales, una red de carreteras extensa y un tráfico marítimo en auge, la entidad parece haber trazado su destino como un imán para el turismo.

El paradigma del progreso se plasma en cifras impresionantes: el Aeropuerto Internacional de Cancún ostenta el primer puesto en flujo aéreo internacional en México, con poco más de 33 millones de pasajeros anuales en 2023. Esta nueva terminal, estratégicamente ubicada en Tulum, promete atender la creciente demanda de vuelos en el norte y sur del estado. Sin embargo, ¿es la conectividad la única cara de la moneda?

El despliegue de infraestructura contrasta con realidades menos halagüeñas. Si bien se celebra la extensa red vial que comunica los 10 municipios con entradas terrestres, la calidad de estas carreteras y su impacto en las comunidades aledañas son aspectos que merecen análisis más profundos. ¿Han sido estos caminos el catalizador del desarrollo local o han agudizado la desigualdad?

El transporte marítimo, aunque en apariencia eficiente, se concentra en rutas específicas que conectan las islas y destinos turísticos principales. Esta focalización puede desatender áreas menos privilegiadas del estado, reforzando un modelo de desarrollo que favorece solo a ciertas zonas.

La joya de la corona, el Tren Maya, se presenta como la apuesta definitiva para expandir el atractivo turístico de Quintana Roo. Sin embargo, queda en tela de juicio si este megaproyecto beneficiará equitativamente a todas las comunidades. ¿Contribuirá al bienestar local o será solo un imán para atraer visitantes extranjeros?

El desafío para Quintana Roo no radica únicamente en la expansión de su conectividad, sino en la manera en que esta se traduce en desarrollo integral y equitativo para todos sus habitantes. Es crucial que el crecimiento económico no se desligue de la responsabilidad social y ambiental. La conectividad es un pilar, pero no puede ser la única vara con la que se mida el progreso de un estado.

El futuro de Quintana Roo no sólo depende de cuántos aeropuertos tenga o de la eficiencia del Tren Maya, sino de cómo estas infraestructuras se articulen con políticas inclusivas que impulsen el desarrollo sostenible y la calidad de vida de todos sus habitantes. La verdadera grandeza de un estado no se mide en vuelos o rutas marítimas, sino en la equidad y bienestar que ofrece a sus ciudadanos.