Paso En Falso
La confirmación del fin del Partido de la Revolución Democrática (PRD) por parte de Jesús Zambrano no sólo marca el ocaso de un partido político en México, sino también el cierre de un capítulo significativo en la historia de Quintana Roo. Aunque la democracia en esta entidad parece estar al borde del colapso, no podemos ignorar el papel crucial que el PRD desempeñó en la construcción de una alternancia política y en la instauración de contrapesos que, por momentos, lograron balancear el poder. El llamado partido del sol azteca, en su momento, fue un faro de esperanza en un panorama político oscuro y monolítico.
La reforma electoral de 1996, promovida en gran parte por el PRD, fue un avance sin precedentes. En un tiempo en que la sombra del gobernador Mario Villanueva se cernía sobre la política estatal, figuras como Tomás Contreras y Julio César Lara Martínez, con el apoyo de Uuc-Kib Espadas, lograron establecer límites a la sobrerrepresentación en el Congreso y promovieron la autonomía de los ayuntamientos. Estos logros no sólo representaron un avance en la teoría democrática, sino que marcaron un cambio tangible en la práctica política de Quintana Roo.
No obstante, la lucha del PRD por la democracia no se limitó a reformas electorales. En 2004, cuando Joaquín Hendricks orquestó un ataque contra el ayuntamiento de Benito Juárez, el PRD defendió la autonomía municipal con firmeza. Bajo la dirección de Carlos Navarrete, el partido no permitió que la constitución municipal fuera violada para eliminar a un contendiente político incómodo. Este episodio no sólo es un testamento de la lucha del PRD por la justicia, sino también de su compromiso con los principios democráticos.
La resistencia contra la tiranía de Roberto Borge representa otro momento clave en el legado del PRD. Enfrentando un gobierno corrupto y autoritario, figuras como Julián Ricalde y Jorge Aguilar, junto a Emiliano Ramos, no solo criticaron abiertamente las prácticas de Borge, sino que también promovieron la alternancia al apoyar la candidatura de Carlos Joaquín. Este acto de resistencia y alianza estratégica no sólo logró la caída del PRI en Quintana Roo, sino que también contribuyó a que Borge y sus colaboradores fueran procesados por corrupción, una rara victoria en un país donde la impunidad a menudo reina.
A pesar de estos logros, la historia del PRD en Quintana Roo no está exenta de sombras. Sus episodios de horror no pueden ser ignorados y deben ser parte de cualquier evaluación honesta de su legado. Sin embargo, es innegable que el PRD ocupó un lugar destacado en la historia política de Quintana Roo, con victorias en importantes municipios como Benito Juárez y José María Morelos, y con la defensa de valores democráticos que otros partidos abandonaron con facilidad.
Hoy, al reflexionar sobre el fin del PRD, nos enfrentamos a una pregunta inquietante: ¿quién tomará la posta en la defensa de la democracia en Quintana Roo? La respuesta no es clara, y en un escenario donde los valores democráticos parecen estar en decadencia, la ausencia de un partido que, a pesar de sus fallas, siempre luchó por un Quintana Roo más justo y democrático, se sentirá profundamente. La democracia en Quintana Roo puede estar colapsando, pero la historia del PRD nos recuerda que la lucha por la justicia y la libertad nunca es en vano, y que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay espacio para la esperanza y la resistencia.