Redacción / Quintana Roo Ahora
México.- El fenómeno de los realities no es nuevo, pero las consecuencias de los comportamientos que se permiten dentro de ellos han comenzado a escalar a niveles sin precedentes. Este es el caso de La Casa de los Famosos, donde la participación de Adrián Marcelo ha encendido una chispa que amenaza con volverse un incendio incontrolable, al punto de enfurecer al mismísimo Emilio Azcárraga Jean.
Lo que en su inicio parecía una estrategia para ganar audiencia ha terminado por costar caro a la producción. Según el periodista de espectáculos Jorge Carbajal, el pasado miércoles Azcárraga llegó furioso a las instalaciones del programa, exigiendo respuestas sobre lo que estaba sucediendo y, más preocupante aún, por qué la empresa había perdido patrocinadores clave. En el centro del huracán: el comportamiento de Adrián Marcelo y la aparente falta de control por parte de las productoras.
Azcárraga convocó a Rosa María Noguerón, productora de Televisa Univisión, y a Kirén Miret, de Endemol Shine Boomdog, para confrontarlas. La razón: permitir que el influencer continuara con actitudes que, si bien no cruzaban la línea de la violencia física, sí resultaban lo suficientemente polémicas como para incomodar a los anunciantes. Aquí es donde radica la verdadera encrucijada: en el contrato, Endemol especifica que, mientras no haya agresiones físicas, cualquier otro comportamiento es tolerable con tal de garantizar el rating. El espectáculo, como en tantas otras ocasiones, pesa más que la ética.
Lo irónico es que, en su afán por mantener el interés del público, la producción ha sobrepasado ciertos límites que están costando millones a la cadena. Azcárraga, siempre con un ojo en el negocio, lo dejó claro al reclamar una indemnización de 60 millones de pesos por la pérdida de patrocinios, y es que, ante la inminente finalización de la temporada, duda que los patrocinadores regresen en tan poco tiempo. Lo que está en juego no es solo el éxito de esta edición, sino la viabilidad de una tercera temporada.
Este escenario pone de manifiesto una de las grandes contradicciones del mundo del entretenimiento: hasta qué punto las empresas están dispuestas a sacrificar la reputación a cambio de audiencia. Para Televisa, el costo de la polémica puede ser mayor que el beneficio inmediato del rating. La pregunta es si esto es un riesgo que estarán dispuestos a correr en el futuro, o si el incidente Adrián Marcelo marcará un antes y un después en la gestión de sus realities.
¿Ha llegado la hora de replantearse el «todo vale» en televisión? El tiempo y los números lo dirán. Por ahora, lo que queda claro es que las reglas del juego han cambiado, y la paciencia de los grandes empresarios como Azcárraga tiene un límite.