Redacción / Quintana Roo Ahora
CANCÚN.- La violencia que ha sacudido la zona hotelera de Cancún no deja de revelar conexiones inquietantes. Hoy, la Fiscalía General del Estado confirmó que el hombre ejecutado esta mañana en el kilómetro 8.5 de la exclusiva franja turística estuvo involucrado en un crimen atroz ocurrido hace apenas dos meses: el asesinato de un menor de edad en una playa cercana.
El suceso de hoy fue tan directo como brutal. Dos hombres llegaron al lugar, uno de ellos sacó un arma y disparó sin miramientos contra su objetivo. La víctima, de nacionalidad mexicana, cayó al instante, marcando un nuevo capítulo en la creciente ola de violencia que sacude esta zona paradisíaca. Pero lo que verdaderamente sorprende es el trasfondo.
Según las primeras investigaciones, el hombre ejecutado no era un inocente atrapado en el fuego cruzado. Al contrario, la Fiscalía ha señalado que él habría sido quien, el pasado 28 de julio, conducía la moto acuática desde la cual se perpetró el ataque en el que un menor fue asesinado a tiros. Ese día, junto con otro cómplice, el hoy occiso habría llegado a la playa, disparado, y escapado sin dejar rastro. La misma violencia que lo llevó a la playa esa tarde de verano ahora lo alcanzó a él.
Pero la conexión no termina ahí. La Fiscalía recordó que otros dos hombres, ya vinculados a proceso, estarían involucrados en el homicidio del menor, así como en el asesinato de dos personas que viajaban en un autobús por el bulevar Kukulcán el pasado 1 de julio. La sombra del crimen organizado parece extenderse sobre este caso, enredando a los implicados en una compleja red de violencia.
Tras el ataque de hoy, el fiscal general Raciel López Salazar estuvo en la escena del crimen, acompañado de elementos de la Secretaría de Marina, la Defensa Nacional, la Guardia Nacional y la Policía Turística. La presencia de estas fuerzas subraya la gravedad del incidente y la urgencia de las investigaciones, que ahora se centran en identificar a los dos atacantes.
Hasta el momento, las autoridades apuntan a una principal línea de investigación: el narcomenudeo. Las actividades relacionadas con la distribución de drogas en pequeña escala han desatado una serie de violentos enfrentamientos que, lejos de ser esporádicos, parecen formar parte de una lucha más amplia por el control del territorio.
La pregunta que queda en el aire es cuántas vidas más se perderán antes de que la violencia cese en Cancún, una ciudad que intenta equilibrar su rostro turístico con una realidad oscura que cada vez se torna más difícil de ocultar.