La deuda del paraíso: Quintana Roo y la inseguridad en crecimiento

Paso En Falso

En un estado con playas tan deslumbrantes como las de Quintana Roo, uno esperaría que las prioridades estuvieran tan claras como el agua de nuestro mar Caribe. Sin embargo, la realidad es otra. Las necesidades más básicas de los ciudadanos —desde la recolección de basura hasta la seguridad en las calles— parecen estar en el olvido. Y aunque las voces son silenciadas en público, en reuniones privadas la molestia es incontenible.

En los municipios de alta vocación turística, como Benito Juárez, Solidaridad, Tulum, Bacalar e incluso en nuestra capital, Chetumal, la seguridad pública se ha convertido en un reclamo constante. Para nadie es sorpresa que el crimen violento se haya vuelto el pan de cada día. Los hoteleros, que invierten en mantener este paraíso, exigen medidas serias ante esta crisis que, irónicamente, desmorona los cimientos de nuestra propia economía.

No soy yo quien lo dice, las cifras son claras. El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reporta que, de enero a septiembre de este año, Quintana Roo ha registrado 40 mil 802 delitos del fuero común. Son 151 delitos diarios los que en promedio se cometen en el estado. Y aunque cada cifra es impactante, no se trata sólo de números; son personas, familias y comunidades enteras las que pierden su tranquilidad.

Más alarmante aún es que Quintana Roo lidere la tasa de trata de personas en el país, con 0.85 eventos por cada 100 mil habitantes. Este dato, que habla de la presencia de mafias más allá del narcotráfico, debería despertar una reacción contundente de nuestras autoridades. Pero, por cada golpe a estas redes, quedan cientos de víctimas sin rescate y familias con una esperanza rota.

¿Hasta cuándo seguiremos justificando la inseguridad en uno de los destinos turísticos más importantes de México? La respuesta parece depender de si las autoridades, tanto federales como estatales, deciden que el bienestar de nuestra gente vale más que cualquier excusa o promesa vacía. El paraíso no sólo se mantiene con playas limpias y hoteles de lujo; requiere calles seguras, servicios de calidad y una justicia que respalde a cada ciudadano.

Quintana Roo podría y debería ser un ejemplo de prosperidad y paz. Pero si no nos decidimos a actuar, seguiremos viendo cómo el paraíso se tiñe de rojo, mientras nuestras autoridades sigan dando pasos en falso…