Redacción / Quintana Roo Ahora
En el corazón de la península, donde la lengua maya resuena entre generaciones, un grupo de más de 40 mujeres mayas se ha unido con un propósito claro: consolidar una red que impulse su participación en áreas fundamentales como la política, la medicina tradicional, la lengua, la educación y el acceso a sus territorios ancestrales. Este movimiento representa no solo una búsqueda de justicia y equidad, sino también un profundo llamado a preservar y fortalecer el legado cultural que les pertenece.
Venancia Coh Chuc, representante del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), fue una de las principales voces en este encuentro. Con una visión clara, destacó la importancia de esta red como un espacio para que las mujeres mayas de distintos municipios —desde Felipe Carrillo Puerto hasta Tulum— puedan organizarse y plantear acciones concretas en sus comunidades. No se trata solo de reivindicar derechos, sino de crear un sistema de apoyo mutuo en el que las mujeres, tanto jóvenes como mayores, encuentren un espacio de resistencia frente a la violencia, la discriminación y la exclusión histórica.
La medicina tradicional y la lengua maya, dos pilares que sostienen la identidad de estas comunidades, ocuparon un lugar central en las discusiones. Pero no fueron los únicos temas sobre la mesa. Las mujeres, líderes en sus propios espacios, también abordaron el papel crucial de la educación y la economía en el fortalecimiento de su autonomía. En un mundo donde las barreras parecen insalvables, estas mujeres están dispuestas a romperlas, una conversación y una estrategia a la vez.
El segundo encuentro de esta red está programado para el próximo sábado en Campeche, donde se definirán las estrategias a seguir. Y no será solo una continuación de lo ya discutido, sino un espacio para afianzar metas y tender puentes hacia el futuro. Cada decisión que se tome será un ladrillo más en la construcción de un nuevo paradigma, en el que las mujeres mayas no solo serán escuchadas, sino también reconocidas como agentes de cambio en sus propias comunidades.
Este esfuerzo, aunque aún en ciernes, no es una excepción ni un hecho aislado. Es la manifestación de un movimiento más amplio en el que las mujeres indígenas en toda América Latina están reclamando su lugar en la toma de decisiones, en la preservación de su patrimonio y en la protección de su tierra. Como bien expresaron algunas de las consejeras, el desafío es grande, pero la fuerza de la organización y la voluntad de cambio son aún mayores.
Lo que está claro es que esta red no se limitará a la teoría. Las acciones se pondrán en marcha en los próximos meses, y con cada paso, las mujeres mayas de la península consolidarán su lucha por una vida libre de violencia, por el reconocimiento de sus saberes ancestrales y por un futuro en el que la discriminación no sea la norma.
Este movimiento es, en esencia, un acto de resistencia y esperanza. Las mujeres mayas han comenzado a tejer un nuevo capítulo de su historia, uno en el que son las protagonistas indiscutibles.