La sobreactuación del proyecto Gino: entre imposiciones y temores no dichos

Paso En Falso

El proyecto político de Eugenio «Gino» Segura, respaldado con fervor por la gobernadora Mara Lezama, se presenta como una de las gestas más predecibles —y a la vez más inquietantes— rumbo a la sucesión gubernamental de 2027. Las imágenes, los eventos y los mensajes en torno a Gino no dejan lugar a la imaginación: no hay discusión, no hay competencia, sólo hay un candidato. Pero, ¿a quién va dirigido este espectáculo? Porque, a juzgar por el empalagoso despliegue, parece más una carta a Palacio Nacional que una estrategia local.

La gobernadora ha dejado de lado la sutileza que caracterizó sus primeros años de gestión, arropando a Gino con gestos y respaldos que rozan la sobreactuación. Desde la inauguración de la Casa de la Transformación hasta las reuniones de alto nivel donde es el único invitado local, las señales son claras: no hay espacio para otras candidaturas. Sin embargo, en política, cuando algo se da por sentado, suelen aparecer las preguntas incómodas: ¿por qué tanto esfuerzo para asegurar lo que, en teoría, ya está asegurado? ¿Es realmente un blindaje ante posibles “sorpresas” de Palacio Nacional?

La historia reciente muestra que la sucesión estatal no es un terreno tan simple como Mara quisiera. Los gobernadores de Morena han enfrentado la mano férrea de la Presidencia, que ha dejado claro que el principio de “gobernador no pone gobernador” está más vigente que nunca. Si Claudia Sheinbaum no pudo imponer a Omar García Harfuch en la Ciudad de México, ¿qué hace pensar que Mara podrá evitar una intervención similar? En este contexto, el apoyo unánime y forzado al senador Segura parece más una estrategia preventiva para cerrarle las puertas a cualquier disidencia federal que un movimiento orgánico.

Pero el exceso tiene un costo. Las señales de una “candidatura única” no sólo generan incomodidad en los actores locales obligados a alinearse, sino que reflejan los temores de un sistema político que todavía carga con los vicios del PRI. En lugar de abrir el juego político para fortalecer a Morena en el estado, la imposición de Gino revela que, más que confianza, lo que mueve a Mara es el miedo. Miedo a perder el control, miedo a una imposición desde la Presidencia y, quizá, miedo a enfrentar un 2027 sin su “único” proyecto. ¿Será esta sobreactuación suficiente para blindar a Gino? O, peor aún, ¿será esta estrategia el talón de Aquiles que permita que surja una verdadera oposición (Marybel Villegas, Rafael Marín…) dentro de la 4T?