Un mes de impunidad: La fuga de Gilberto Guzmán de Dios y las fallas del sistema penitenciario

Redacción / Quintana Roo Ahora

CANCÚN.- Hoy se cumple un mes desde que Gilberto Guzmán de Dios, un reo condenado por homicidio, violación y lesiones calificadas, burló la seguridad del Centro de Reinserción Social (Cereso) de Cancún y escapó sin dejar rastro. La evasión de este criminal, ocurrida el 19 de octubre, ha desvelado una serie de graves deficiencias en el sistema penitenciario de Quintana Roo, lo que ha encendido las alarmas sobre la efectividad de las medidas de seguridad en las cárceles del estado.

Cinco días después de la fuga, la Fiscalía General del Estado (FGE) ofreció una recompensa de 300 mil pesos a quien proporcione información que permita la captura de Guzmán de Dios, pero, hasta ahora, su paradero sigue siendo desconocido. La recompensa, aunque significativa, no ha sido suficiente para generar avances en el caso. La huella de Guzmán de Dios continúa siendo un misterio.

Consecuencias en el Cereso

Como respuesta a la evasión, la dirección del Cereso fue reorganizada: el director, Jorge Armando López Rosas, y el subdirector operativo, Sergio Javier Alcalá Encinas, fueron separados de sus cargos. Sin embargo, la falta de imputaciones o detenciones de otros funcionarios carcelarios ha generado críticas. La evasión de un prisionero tan peligroso, sin que haya consecuencias claras para quienes debían velar por su custodia, plantea serias dudas sobre la responsabilidad dentro del sistema carcelario.

La falta de acción contundente para esclarecer las responsabilidades ha alimentado la indignación tanto de ciudadanos como de organizaciones civiles que exigen mayor transparencia y resultados tangibles. La situación refleja una vez más la vulnerabilidad del sistema penitenciario, que se encuentra bajo constante presión, no solo por la sobrepoblación y la falta de recursos, sino también por la corrupción y los fallos estructurales que permiten que personas como Guzmán de Dios escapen con facilidad.

La creciente preocupación

El caso ha puesto en entredicho la efectividad de las medidas implementadas para garantizar la seguridad y el cumplimiento de la ley en los centros penitenciarios de Quintana Roo. Guzmán de Dios, conocido por sus crímenes graves, no es solo un fugitivo; su fuga representa una falla sistemática que refleja la fragilidad de las instituciones encargadas de administrar la justicia.

En la espera de su recaptura, organizaciones civiles han intensificado sus llamados a las autoridades para exigir acciones más eficaces y mayor transparencia. La recompensa de 300 mil pesos sigue vigente, pero la verdadera pregunta que queda en el aire es hasta qué punto las autoridades están comprometidas en garantizar que este tipo de incidentes no se repitan. La ciudadanía, cada vez más desconcertada, sigue buscando respuestas.