Paso En Falso
Es irónico cómo Cancún, uno de los destinos más emblemáticos de México, parece empeñado en autoboicotearse. A pesar de que la ley ha dado luz verde a plataformas como Uber y la Imoveqroo ha abandonado la persecución, los taxistas insisten en mantenerse como un obstáculo constante para el orden y la convivencia. No solo ellos, sino también las vans turísticas, ahora protagonistas de lamentables espectáculos en las inmediaciones del aeropuerto, dejan una pésima impresión en los turistas que viralizan los enfrentamientos en redes sociales. Estas imágenes no solo afectan la reputación del destino, sino también su economía.
La respuesta de las autoridades locales, encabezadas por Ana Paty Peralta, deja mucho que desear. Aseguran que han advertido a los taxistas, pero estos simplemente «no hacen caso». La falta de acción contundente por parte del sindicato refleja una preocupante indiferencia ante el impacto negativo que su descontrolado gremio genera en el turismo. No se puede ocultar detrás de excusas como «no podemos controlar a nuestros agremiados» cuando se trata de un problema que daña a todos los cancunenses. La falta de liderazgo en este tema solo perpetúa un círculo vicioso de caos e impunidad.
Lo más alarmante es que, incluso con detenciones, los taxistas parecen no entender que sus acciones no solo dañan a los turistas, sino a toda la comunidad que depende de ellos. El turismo es el motor económico de Cancún, y cada enfrentamiento público es una cuchillada a su ya tambaleante imagen. En redes sociales, los comentarios de usuarios que llaman a Cancún «el nuevo Acapulco» no son una hipérbole; son un reflejo de la desesperanza ante un destino que se hunde en problemas de gobernanza, inseguridad y ahora, un transporte público que raya en lo vergonzoso.
Es momento de que las autoridades y el sindicato de taxistas dejen de ser meros espectadores y asuman su responsabilidad. Cancún no puede permitirse seguir cayendo en la decadencia mientras otros destinos turísticos, tanto nacionales como internacionales, avanzan con modernidad y orden. La transformación no llegará con advertencias tibias o declaraciones vacías, sino con acciones contundentes que envíen un mensaje claro: el turismo se respeta, porque respetarlo es respetarnos a todos.