Paso En Falso
Cancún es una ciudad que vibra entre contrastes. En el corazón de la Riviera Maya, donde miles de turistas encuentran un paraíso tropical, los locales esquivamos baches y sortemos inseguridad mientras la ciudad se viste de fiesta con sus glorietas navideñas. Este año no ha sido la excepción: mientras algunos enfrentan calles intransitables y otros el miedo de salir a la esquina, las autoridades parecen más preocupadas por encender las luces de la temporada que por resolver los problemas que verdaderamente nos afectan.
Los baches son la postal diaria de Cancún, y no hablamos solo de calles secundarias. Avenidas principales como la Kabah y la López Portillo parecen más un circuito de obstáculos que vías de tránsito. Cada lluvia agrava la situación, pero ¿qué hace el gobierno? En lugar de invertir en infraestructura vial de calidad, año tras año vemos parches temporales que se desmoronan con el primer aguacero. Es como si nuestra movilidad fuera un problema menor comparado con el espectáculo de las glorietas navideñas.
Y no olvidemos el otro tema que agobia a los cancunenses: la inseguridad. Desde asaltos en transporte público hasta enfrentamientos entre grupos criminales, la percepción de peligro no es una sensación, es una realidad palpable. Sin embargo, mientras el miedo crece en nuestras calles, nuestras autoridades parecen más interesadas en generar likes en redes sociales con fotos del burrito sabanero que en generar confianza ciudadana.
No es que esté en contra del espíritu navideño. En un mundo ideal, las decoraciones deberían ser un reflejo del bienestar de una comunidad, no una distracción de sus problemas. Pero aquí, la decoración parece más una cortina de humo. Las glorietas navideñas brillan, pero debajo de su esplendor yace un Cancún agrietado, literal y figurativamente.