¿Y si dejamos de dispararnos en el pie, estimados Grinch’s del volante? 

Paso En Falso

Es la noche de Navidad, ese momento del año que nos invita a reflexionar sobre nuestras acciones, a abrazar a los nuestros y, sobre todo, a mirar hacia adelante con esperanza. Pero aquí en Quintana Roo, parece que ciertos gremios prefieren mantener el espíritu del Grinch que arruina la fiesta. Y no, no hablamos del tráfico de la Zona Hotelera, sino de los taxistas, ese sector que se ha dedicado a convertirse en el peor enemigo del turismo, nuestra gallina de los huevos de oro. 

Los ataques a los conductores de plataformas digitales, las agresiones a turistas y los desmanes en la vía pública no son nuevas, pero cada vez resultan más descarados. Pareciera que los taxistas olvidan un pequeño detalle: sin turismo, su gremio desaparece. Sí, queridos amigos del volante, si seguimos espantando a los visitantes con sus métodos poco ortodoxos de “competencia”, pronto no habrá nadie a quien llevar del aeropuerto al hotel. Pero claro, ¿qué son los ingresos de miles de familias en la región cuando se trata de defender “su territorio”, como si fueran los guardianes del paraíso perdido? 

Lo más irónico es que las plataformas digitales han llegado para llenar los huecos que ellos mismos dejaron: mejores precios, mejor servicio, y, por qué no decirlo, mejor actitud. El turista busca comodidad, confianza y opciones, no un pleito en plena carretera. ¿Realmente creen que podrán sostener su modelo de negocios a punta de intimidación? La Navidad es un buen momento para preguntárselo. Porque, mientras algunos taxistas pelean por su tajada, otros destinos están encantados de recibir a los turistas que aquí espantamos. 

Así que, estimados taxistas, un consejo navideño: reflexionen. Pónganse en los zapatos del turista que llega buscando un pedacito de paraíso y se encuentra con bloqueos y agresiones. La solución no está en destruir a la competencia, sino en mejorar el servicio. Si continúan dañando al turismo, no será Santa quien deje carbón en su calceta; será el mercado mismo quien decida que ya no son parte del juego. ¿Y saben qué? La próxima vez que pidan un aguinaldo decente, tal vez les convenga asegurarse de que haya turistas para pagarlo.