Paso En Falso
En un país donde la gestión municipal representa el primer contacto de la ciudadanía con el gobierno, el desempeño de Yensunni Martínez, alcaldesa de Chetumal, no solo es preocupante, sino alarmante. Según el más reciente estudio de Arias Consultores, Martínez se posiciona como la peor alcaldesa entre 100 evaluados, con una calificación de apenas 8.1%. Este resultado no es un hecho aislado; también la encuestadora Rubrum la ubicó en el último lugar en sus mediciones de octubre y noviembre. La pregunta obligada es: ¿cómo se llegó a este punto y qué consecuencias tiene para los chetumaleños?
Mientras que Ricardo Ahued, alcalde de Xalapa, Veracruz, lidera el ranking con una sólida aprobación del 84%, Martínez parece estar en el extremo opuesto del espectro, simbolizando un abandono preocupante en la administración pública. No se trata solo de números en una encuesta, sino del reflejo de un gobierno que ha fallado en responder a las necesidades de su población. En una ciudad que enfrenta retos históricos en infraestructura, seguridad y desarrollo económico, esta calificación es un grito de desesperación de una ciudadanía que se siente olvidada.
El problema no es la falta de evaluación, sino la falta de acción. Cuando dos encuestadoras distintas, Arias Consultores y Rubrum, coinciden en colocar a la alcaldesa en el sótano de las calificaciones, no es solo un golpe a su reputación, sino una evidencia contundente de que algo está profundamente mal en su gestión. Pero, ¿dónde están las soluciones? ¿Dónde están los resultados que los ciudadanos de Chetumal esperan con urgencia? La alcaldesa ha demostrado una preocupante desconexión con la realidad de la capital quintanarroense, dejando a la deriva un municipio que merece más.
Este caso es un recordatorio para los ciudadanos de la importancia de elegir con cuidado a sus líderes, pero también una oportunidad para reflexionar sobre los mecanismos de rendición de cuentas. Yensunni Martínez está en el último lugar, pero los chetumaleños son los que pagan el precio de esa mediocridad. La política municipal no puede seguir siendo un juego de promesas incumplidas y errores no asumidos. Chetumal merece un liderazgo que esté a la altura de sus retos y aspiraciones.