Paso En Falso
Caminar en Quintana Roo es un deporte extremo. En un estado diseñado para la velocidad del turismo y la comodidad, principalmente del automóvil, el peatón es poco más que un estorbo. Las banquetas son tramos de supervivencia: rotas, inexistentes o invadidas por autos mal estacionados. Cruzar una avenida es una ruleta rusa donde el cruce peatonal, cuando existe, es una sugerencia más que una norma.
Las estadísticas confirman lo que cualquiera que camine por Cancún o Playa del Carmen ya sabe: el peatón no tiene prioridad, ni en la ley ni en la calle. La impunidad es la norma, con conductores que huyen o autoridades que minimizan la responsabilidad… Como el caso de Ana Barbara en 2010, donde no sólo murió la señora a la que atropelló, incluso la quiso acusar de “abollar su auto” y terminó usando a uno de sus empleados de chivo expiatorio, para luego abandonar Cancún y mudarse a Miami.
Lo más absurdo es que este mismo estado vive del turismo, y muchos turistas, especialmente europeos, están acostumbrados a ciudades donde caminar es seguro. Aquí, en cambio, deben sortear vehículos que no frenan o aceleran al ver un peatón y motocicletas que invaden las banquetas y pasos peatonales. La imagen de un Quintana Roo moderno y accesible se cae en cuanto pones un pie fuera del hotel.
Hace falta un cambio real en la movilidad. No es sólo pintar pasos de cebra o poner semáforos que nadie respeta como en la Kabah con Portillo por dar un ejemplo. Se trata de cultura vial, de hacer cumplir las reglas y de entender que la ciudad debe servir a las personas, no sólo a los motores. Mientras eso no suceda, caminar seguirá siendo un riesgo que pocos están dispuestos a correr.