Alerta sanitaria en México: detectan primer caso humano de influenza aviar H5N1 en niña de tres años

Redacción / Quintana Roo Ahora

CDMX.- En un país donde la infancia debería estar rodeada de juegos y cuentos, hoy una niña de apenas tres años lucha por su vida en una cama de hospital. La Secretaría de Salud ha confirmado el primer caso humano de influenza aviar A (H5N1) en México, y la paciente es una menor originaria de Durango, cuyo estado de salud se reporta grave. El diagnóstico fue confirmado el 1 de abril por el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDRE), y con ello se encienden las alarmas sanitarias a nivel nacional.

El virus H5N1, mejor conocido por causar estragos entre aves de corral, ha cruzado nuevamente la frontera entre especies. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) insiste en que el riesgo de propagación entre humanos es bajo, no deja de inquietar que esta cepa, identificada por primera vez en humanos en 1997, siga encontrando caminos para manifestarse en nuestra especie, particularmente entre los más vulnerables.

Según el comunicado oficial, la niña recibió tratamiento inicial con oseltamivir, un antiviral específico para este tipo de influenza, y fue trasladada a una unidad de tercer nivel en Torreón. Las autoridades sanitarias mexicanas han notificado el caso a la OMS conforme al protocolo internacional, aunque la transparencia del seguimiento clínico y epidemiológico aún deja más preguntas que respuestas.

La gripe aviar A (H5N1) no es nueva, pero cada vez que un caso humano aparece, nos recuerda que la salud pública es tan frágil como el eslabón más débil de nuestra relación con la naturaleza. Las infecciones suelen darse por contacto con aves infectadas, vivas o muertas. En países como México, donde las condiciones sanitarias en muchas comunidades rurales son precarias y la crianza de aves es una práctica extendida, la vigilancia epidemiológica debe ser más que un boletín: debe ser una política real y efectiva.

Ante esta situación, la Secretaría de Salud ha emitido recomendaciones que, si bien son útiles, también revelan cuán poco preparados estamos como sociedad para enfrentar brotes zoonóticos: desde el lavado de manos frecuente hasta evitar el contacto con animales silvestres o aves enfermas. Se insiste en que el consumo de pollo y huevo cocido no representa peligro, siempre y cuando se sigan medidas de higiene básica. Pero, ¿cuántas familias mexicanas tienen garantizado el acceso al agua potable, a utensilios limpios o incluso a información clara?

Actualmente, México cuenta con 40 mil tratamientos de oseltamivir en reserva, una cifra que suena tranquilizadora en papel, pero que podría quedar rebasada si el virus muta o se presenta un brote mayor.

Este caso nos deja una lección dolorosa: la salud infantil no puede seguir siendo una estadística en comunicados técnicos. Una niña está hospitalizada, grave, por una enfermedad que no debería haber llegado a ella. Y mientras las autoridades nos piden calma, urge también una revisión crítica y profunda de cómo estamos enfrentando las amenazas emergentes de salud pública en un país que sigue sin cerrar brechas entre lo urbano y lo rural, entre lo visible y lo invisible.

Porque detrás de cada boletín epidemiológico, hay una historia real, un rostro, una vida que merece ser contada… y protegida.