Redacción / Quintana Roo Ahora
Cancún, Quintana Roo — La mañana de este domingo se tiñó de sangre y rabia en la colonia Villas del Mar, donde un joven perdió la vida tras agonizar por horas a causa de heridas con arma blanca, en medio de una riña. Pero lo que verdaderamente enciende la indignación no es solo el crimen, sino la brutal indiferencia de una empresa privada de emergencias que decidió no salvarlo… porque no había dinero.
La víctima, cuya identidad aún no ha sido revelada, sufrió cortes profundos en una pierna y un brazo, afectando una arteria vital. Pese a la gravedad de sus heridas, el joven luchó por su vida durante varias horas. Pero fue abandonado a su suerte por los paramédicos de Jet Medical, quienes, increíblemente, se negaron a trasladarlo al hospital al no recibir un pago inmediato por el servicio. ¡Como si una vida tuviera precio!
Según testigos y familiares, los paramédicos se limitaron a revisarlo y, en una muestra de desvergüenza total, reportaron en clave al C5 que el hombre “estaba bien”. ¿Qué clase de profesional puede observar a alguien desangrándose y considerar que no amerita traslado?
El joven quedó tendido sobre un camellón, mientras sus seres queridos corrían desesperadamente a buscar otra ambulancia. Cuando por fin llegó una segunda unidad médica, ya era demasiado tarde. La hemorragia que pudo haberse tratado a tiempo, terminó cobrándole la vida.
Este acto de negligencia, insensibilidad y desprecio por la vida ha desatado una ola de indignación en la comunidad. No se trata solo de una tragedia: es una denuncia directa a la deshumanización del sistema de atención médica privada. Negarse a brindar auxilio por falta de pago no es solo antiético: es criminal.
Al lugar llegaron elementos de la Policía Municipal, el SEMEFO y autoridades ministeriales, quienes abrieron una carpeta de investigación. La comunidad exige justicia y una revisión urgente a los protocolos de actuación de empresas como Jet Medical. Porque no, esto no puede quedar impune. Hoy fue un joven en Villas del Mar… mañana, ¿quién será la próxima víctima de la indolencia?