Redacción / Quintana Roo Ahora
ZACATECAS.- Desde el corazón de Zacatecas, tierra de migrantes por excelencia, la presidenta Claudia Sheinbaum envió un mensaje firme y con carga simbólica hacia la Casa Blanca: “Estados Unidos no sería lo que es sin los trabajadores mexicanos”. Así, en medio de una conferencia de prensa en el municipio de Guadalupe, la mandataria reivindicó el papel protagónico que la comunidad migrante mexicana desempeña en la economía del país vecino.
Con palabras sencillas pero contundentes, Sheinbaum dibujó un retrato social que rara vez aparece en los discursos oficiales: el del mexicano que cruza la frontera no solo por necesidad, sino como protagonista de un engranaje económico que muchas veces se invisibiliza. “No habría campo en Estados Unidos sin los trabajadores mexicanos, no habría fábricas funcionando sin los trabajadores mexicanos y las trabajadoras mexicanas”, sentenció.
Estas declaraciones llegan en un momento de tensión diplomática entre ambos países, donde temas como la migración, el tráfico de armas y el agua del Río Bravo han generado fricciones. Lejos de ceder ante la presión, Sheinbaum apeló a un argumento pocas veces esgrimido con orgullo desde el Ejecutivo: la dignidad del migrante como fuerza de negociación internacional.
“Su presidente (Donald Trump) y todo el pueblo de Estados Unidos sabe que el pueblo de México es mucha pieza”, dijo, con un dejo de picardía nacionalista, retomando el estilo coloquial que caracteriza algunas de sus intervenciones más emotivas.
Más allá de lo simbólico, el mensaje de Sheinbaum también plantea una línea política clara: el reconocimiento formal del esfuerzo de quienes se han visto obligados a dejar su tierra para buscar oportunidades en el norte. “Y que sepan también que amamos, que queremos, que protegemos a nuestros hermanos paisanos que están del otro lado”, añadió la presidenta, reiterando el compromiso de su administración con la defensa de los derechos de los mexicanos en el extranjero.
En un país donde los migrantes no sólo envían remesas millonarias —superiores incluso a la inversión extranjera directa— sino también historias de esfuerzo, identidad y arraigo, el mensaje presidencial podría marcar un nuevo tono en la política exterior mexicana. Uno que no solo pida respeto, sino que lo exija desde la evidencia: sin migrantes mexicanos, la maquinaria estadounidense no camina.
Así, desde Guadalupe, Zacatecas, Sheinbaum no sólo habló como jefa de Estado, sino como hija de un país que ha aprendido a sobrevivir más allá de sus fronteras. Y quizá, ese sea su mensaje más poderoso.