Redacción / Quintana Roo Ahora
CANCÚN.- En los pasillos de los hoteles de lujo que ofrecen paraísos a los turistas, cada vez más trabajadores de Quintana Roo se organizan no para atender huéspedes, sino para defender sus derechos. El estado ha registrado un alarmante incremento en las denuncias por conflictos laborales, principalmente por despidos injustificados, siendo los empleados del sector hotelero los más afectados.
De acuerdo con cifras recientes del Centro de Conciliación Laboral de Quintana Roo, las audiencias semanales han pasado de 400 a más de 600, y Playa del Carmen se perfila como el epicentro de esta problemática. Este incremento, según las autoridades, responde a una mayor conciencia entre los trabajadores sobre sus derechos, impulsada por campañas de difusión laboral.
Iván Andrés Figueroa Reina, director del Centro de Conciliación, señaló que aunque es positivo que más personas busquen justicia laboral, aún persiste el desconocimiento sobre los pasos formales para hacerlo. “Muchos trabajadores quieren denunciar, pero dejan pasar el plazo legal porque no saben si acudir a la Junta Local o al Centro de Conciliación. Esa confusión les cuesta su derecho a la defensa”, explicó el funcionario.
Del total de audiencias, el 70% logra resolverse por medio de acuerdos entre empleador y empleado. Sin embargo, el 30% restante continúa su curso hacia procesos judiciales, lo que refleja una tensión persistente entre la industria turística y su fuerza laboral.
En una región cuya economía depende fuertemente del turismo, estos conflictos laborales podrían ser apenas la punta del iceberg de una crisis silenciosa. “Muchos trabajadores callan por miedo a represalias o por ignorancia de sus derechos”, comenta una trabajadora despedida de manera repentina tras más de 5 años de servicio, quien pidió mantener su nombre en el anonimato.
La situación pone sobre la mesa la urgencia de reforzar no sólo las campañas informativas, sino también la vigilancia de las condiciones laborales en los hoteles, una industria que, pese a su prosperidad, parece mantener una deuda con quienes la sostienen día a día.
Queda en el aire una pregunta: ¿puede el paraíso turístico seguir brillando si su columna vertebral —los trabajadores— continúa siendo vulnerada?