Que nadie se asuste con el petate del muerto

Agradeciendo la invitación, compartiré de forma libre y desinteresada mis ideas, mi forma de sentir y pensar. No pretendo más que contribuir al debate público de la vida política y de la actividad social. Lo haré con absoluta responsabilidad y con el único y sagrado límite que es el respeto irrestricto a la vida privada de las personas.


Como mucha gente sabe, soy originario de Isla Mujeres. Mi familia materna, los Magaña, están aquí desde que don Bartolomé Magaña llegó a Isla Mujeres en 1850. Nací y crecí en Isla Mujeres. Lo pequeño de la ínsula me permite conocer a todas las familias. Quizás, a excepción de la zona continental, que ha tenido un crecimiento veloz y desordenado, se puede decir que las y los isleños nos conocemos todos.

En días recientes, la ociosidad de la cotidianidad se ve “turbada” por la aparición, con fines “candidateables” a la presidencia municipal —lejana todavía, a más de dos años— de dos personajes ajenos, que no extraños, a los isleños. Ambos son funcionarios del gobierno estatal. Yo tengo el gusto de conocerlos y reconozco en ambos a buenas personas.

Uno es Enrique Baños, rector de la Universidad Tecnológica de Cancún, y el otro es Flavio Rosado, secretario de Salud. A Kike, como le dicen con afecto, lo conocí aproximadamente en 2007, en la fundación de Greg Sánchez, cuando este último se aprestaba a conseguir la candidatura y, a la postre, ser presidente municipal de Benito Juárez. Compartimos el mismo gusto deportivo, que es el basquetbol, donde ha destacado a nivel municipal y estatal. Fue un efectivo operador de la campaña de la actual gobernadora, así como en otras campañas. Es asiduo visitante de Isla Mujeres, donde tiene amigos y amigas desde hace algún tiempo.

Por otro lado, Flavio Rosado es un funcionario dedicado al tema de la salud. Si bien no es doctor de profesión, ha sido delegado del IMSS y ahora es el actual secretario de Salud del estado. Es un funcionario atento y eficaz dentro del esquema de Mara Lezama, con quien trabajó en Cancún como director del DIF; de allí se lo llevó al gobierno del estado.

Ambos tienen derecho a sus aspiraciones futuras. El tema es que ninguno de los dos —ninguno— cumple con los requisitos de elegibilidad. Ninguno de los dos tiene ni la residencia ni la vecindad que impone la Constitución Política del Estado de Quintana Roo en su artículo 106:

“Para ser miembro de un Ayuntamiento se requiere:
I. Ser mexicano por nacimiento, ciudadano quintanarroense en pleno ejercicio de sus derechos políticos y civiles, con residencia y vecindad en el municipio no menor a cinco años anteriores al inicio del proceso electoral.”

No hay forma presente ni futura de demostrar que cumplen con el precepto constitucional, sencillamente porque nunca han vivido en Isla Mujeres.

Dicho esto, debe acabar el sospechosismo y la intriga en contra de dos personas que son amigos y que gustan de Isla Mujeres para pasear y, quizá, ¿por qué no?, para vivir en un futuro. En Isla Mujeres hay suficientes personajes políticos, hombres y mujeres, para contender por su terruño, y así lo harán en su momento.