Paso En Falso
El marismo enfrenta un dilema que parecía lejano, pero que ya le respira en la nuca: la sucesión. La llamada Reforma Antinepotismo, aunque formalmente entrará en vigor hasta 2030, fue recordada por la propia presidenta de México en una de sus mañaneras como un principio vigente para Morena desde ahora. Dicho en otras palabras: no se permitirá la postulación de familiares a cargos públicos. Un recordatorio que sonó más a advertencia que a simple comentario, y que en Quintana Roo golpea directamente a Verónica Lezama, hermana de la gobernadora, quien de manera discreta —en realidad, no tanto— ya mueve piezas con miras a la presidencia municipal de Cancún. El tiro salió desde Palacio Nacional y el eco retumbó en Cancún: el apellido Lezama podría convertirse en un lastre más que en un pasaporte al poder.
El mensaje de Claudia Sheinbaum en Sonora, en días pasados, no pasó inadvertido. Allá, en un movimiento quirúrgico, dejó claro que el candidato al 2027 no será el que marque el gobernador Durazo, sino el que ella decida. Ese fue el aviso entre líneas: “los candidatos los pone la presidenta”. Un recordatorio a los gobernadores de Morena de que la disciplina partidista tiene rostro centralista y nombre propio. Para Quintana Roo, esto significa que Mara Lezama no podrá jugar con la baraja completa, porque el mazo ya no lo reparte ella. El marismo soñaba con colocar a sus fichas en Cancún y, eventualmente, en la sucesión estatal, pero la lección de Sonora confirma que la voluntad presidencial pesa más que cualquier estrategia local.
La otra versión que se filtró desde el comité nacional, atribuida a Luisa María Alcalde, agrega un ingrediente de género al tablero: Sheinbaum quiere que las nueve candidatas mujeres que encabece Morena en el 2027 ganen sí o sí. En el discurso, sería parte del legado feminista de la presidenta; en la práctica, un reacomodo con nombre y apellido en cada estado. Para Quintana Roo, ese escenario pone en jaque al “delfín” de Mara, “Gino” Segura, quien quedaría fuera de la contienda si el estado es etiquetado como cuota femenina. Pero, al mismo tiempo, no hay que descartar que la presidenta decida blindar el Caribe con un hombre de confianza. Y aquí aparece la sombra de Rafael Marín, pieza de peso en el ajedrez de la 4T y con credenciales más sólidas que las de cualquier aspirante local.
Así, el marismo, que parecía consolidado, empieza a llenarse de grietas. La narrativa del “continuismo familiar” se topa de frente con la política nacional de Sheinbaum, y el proyecto de prolongar el poder en Cancún se tambalea antes de arrancar. Mara Lezama, que ha sido hábil en el manejo de imagen y en el control de estructuras, enfrenta un nuevo escenario: ya no basta con la operación local ni con la popularidad en encuestas; el pulso ahora se mide en la relación directa con Palacio Nacional. Y la lección es clara: en la 4T, la lealtad no se hereda, se negocia. El camino de Mara hacia 2027 se convierte en una ruta cuesta arriba, con un pavimento lleno de baches políticos que, de no sortearse a tiempo, podrían convertirse en cráteres capaces de tragarse su proyecto sucesorio.