Río de Janeiro, Brasil.- Entre el llanto de vecinos y el penetrante olor a cadáver, las favelas del norte de Río de Janeiro amanecieron ayer con decenas de cuerpos recuperados, tras el megaoperativo policial más letal en la historia reciente de Brasil, que dejó al menos 119 muertos.
La operación, ejecutada una semana antes de que Brasil sea sede de la COP30 en Belém, buscaba debilitar al Comando Vermelho, el principal grupo criminal que domina varias favelas. Según las autoridades, de las 119 víctimas, 115 eran sospechosos y cuatro policías, mientras que 113 presuntos miembros del grupo criminal fueron arrestados.
El gobernador Cláudio Castro calificó el operativo de “éxito” y afirmó que las únicas pérdidas lamentables fueron las de los cuatro uniformados. Más de 24 horas después, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva permaneció en silencio, aunque su Ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, aseguró que el mandatario estaba “horrorizado” por la magnitud de las muertes y ofreció cooperación para superar la crisis de seguridad.
Los vecinos del Complejo da Penha describieron escenas desgarradoras: cuerpos dispuestos cerca de las principales vías, muchos con tiros en la nuca o la espalda. “Esto no puede ser considerado seguridad pública”, señaló el activista Raull Santiago.
El operativo desató protestas por el uso excesivo de la fuerza y exigencias de renuncia del gobernador. Decenas de residentes marcharon frente a la sede del Gobierno estatal, gritando “¡Asesinos!” y ondeando banderas brasileñas manchadas de pintura roja.
Organismos internacionales, incluyendo la ONU, condenaron la acción. António Guterres expresó su “gran preocupación” y solicitó una “investigación inmediata” sobre los hechos.
Este operativo supera en letalidad a la histórica masacre de Carandirú de 1992, cuando 111 detenidos fueron asesinados por la Policía militar en Sao Paulo durante un motín. La tragedia refleja, una vez más, las complejas y violentas realidades que enfrentan las favelas brasileñas, donde décadas de desigualdad, falta de infraestructura y presencia del crimen organizado generan escenarios de alto riesgo para la población civil.