
Redacción / Quintana Roo Ahora
Rusia.- La noche del 26 de enero de 1998, en Angarsk, Siberia, el frío invernal no fue lo único que marcó el destino de esa ciudad. Este lugar, concebido por Stalin como un polo industrial, se convirtió en el escenario de un fallido intento policial de capturar al que luego sería conocido como el mayor violador y asesino en serie de Rusia, Mijail Popkov.

Esa noche, una joven de 17 años, identificada como Svetlana M., fue abordada por un policía mientras caminaba hacia un bar. Aceptó la oferta de un transporte seguro del oficial, pero el hombre, que lucía como un confiable agente, resultó ser Popkov. La joven fue encontrada horas después, violada e inconsciente, pero la negligencia de las autoridades permitió que Popkov siguiera con sus crímenes durante otros 14 años, acumulando un total de 78 víctimas confirmadas.







Popkov, apodado “El Hombre Lobo” o “El Maníaco de Angarsk”, seleccionaba a sus víctimas entre mujeres jóvenes que accedían a subir a su vehículo. Aquellas que aceptaban una invitación para beber con él eran llevadas a lugares remotos, donde las golpeaba, violaba y finalmente asesinaba con diversas herramientas. Para él, aceptar una bebida era suficiente para considerar a una mujer como merecedora de morir.
A pesar de estar cerca de ser descubierto en 1998, fue gracias a la recolección masiva de muestras de ADN en 2012 que se confirmó su culpabilidad. Popkov fue arrestado mientras intentaba vender su vehículo y fue finalmente condenado por 56 asesinatos adicionales en 2018, sumando una segunda cadena perpetua a su sentencia inicial.
Esta historia de horror y negligencia culmina con Popkov convirtiéndose en el mayor asesino en serie en la historia criminal de Rusia, una figura que aún genera escalofríos y repudio en la opinión pública.