
Redacción / Quintana Roo Ahora
Cancún.- Seguramente has escuchado decir que a algún vecino “se lo ha chupado la bruja”… Y es que en México aún persiste la creencia de que las brujas rondan por las noches en busca de víctimas a las cuales sorberles la sangre, tal como los vampiros en otras latitudes.

Pero, ¿de dónde viene esta superstición? Como muchas tradiciones en México, esta leyenda tiene un origen prehispánico. En Tlaxcala, estas criaturas son llamadas tlaltepuchis, que en lengua náhuatl significa “sahumador luminoso”. Las tlaltepuchis eran originalmente una especie de nahuales con la capacidad de convertirse en animales y cometer atrocidades. Hoy en día, se las relaciona con las brujas.


Las tlahuelpuchis son mujeres comunes a la vista de todos, a quienes los dioses les han concedido un don que algunas usan de manera maliciosa. Descubren su don al llegar a la pubertad, específicamente con su primera menstruación, momento en el cual empiezan a desarrollar y dominar sus poderes, incluyendo la habilidad de convertirse en animales.
Se dice que, una vez que logran tomar la forma de un animal, emiten una luminosidad que advierte su presencia. Hoy en día, muchas personas aseguran haber visto estas luces moverse en la noche. Las tlahuelpuchis son territoriales y, a diferencia de las brujas en otros lugares del mundo, no conviven ni trabajan en grupos. Se reconocen entre sí, incluso en forma humana, y mantienen distancia, pues son muy agresivas. Solo se ayudan mutuamente cuando enfrentan un peligro común.


Las tlahuelpuchis no atacan jamás a sus familiares, excepto si el secreto de su existencia es revelado por algún pariente. Prefieren la sangre de los niños pequeños, a quienes acechan en forma de animal o, si es necesario, en forma de neblina que se filtra por puertas y ventanas. También pueden usar poderes hipnóticos para que los moradores de una casa se duerman profundamente, facilitando así su ataque.

Cuando el clima es frío y lluvioso, las tlahuelpuchis buscan víctimas recién nacidas. Una vez dormidos los bebés, las tlahuelpuchis se convierten en mujeres, chupan al infante y salen rápidamente de la casa. Los padres encuentran al niño con moretones en el pecho, la espalda y el cuello al despertar. A veces, bajo hipnosis, las personas pueden perder el juicio y caminar sin rumbo, incluso llegando al suicidio.

Los poderes de las tlahuelpuchis no son transferibles, pero si una de ellas es asesinada, el asesino se convierte en tlahuelpuchi. Las brujas prefieren chupar la sangre de los bebés porque es más deliciosa. Generalmente, actúan entre la medianoche y las cuatro de la mañana. Para transformarse, las tlahuelpuchis preparan un fuego con madera de capulín, raíces de agave, copal y hojas secas de zoapatle, y realizan un ritual caminando sobre el fuego y sentándose en dirección al hogar de su víctima.
Se puede ahuyentar a las tlahuelpuchis colocando una cajita de agujas, un cuchillo, alfileres, un trozo de metal brillante o unas tijeras abiertas debajo del petate o cuna de los niños. Un espejo cerca de la puerta o una cubeta de agua también sirven como repelentes. Sin embargo, lo más efectivo es envolver dientes de ajo en una tortilla y colocarla sobre el pecho del bebé, o esparcir pedazos de cebolla alrededor de su cuna.
Antiguamente, cuando se descubría a una tlahuelpuchi en una comunidad, se la sometía a juicio popular y se la ejecutaba. La leyenda urbana dice que la última ejecución de una tlahuelpuchi ocurrió en Tlaxcala en 1973, un hecho tan reciente que el miedo aún persiste.