octubre 27, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

Quintana Roo.- Claudia Sheinbaum, presidenta de México, ha vuelto a poner en el centro de la discusión un tema que ha sido históricamente relegado: el bienestar de los trabajadores del turismo, particularmente en lugares como Cancún, donde el lujo del turismo contrasta brutalmente con las realidades de quienes lo hacen posible. En su reciente conferencia mañanera, Sheinbaum reafirmó la iniciativa federal de construir un millón de viviendas, en la cual los trabajadores del sector turístico de Cancún están contemplados como beneficiarios directos. Esta propuesta no es solo un gesto de buena voluntad, sino una respuesta necesaria a las desigualdades flagrantes que se viven en la región.

La mandataria fue clara en señalar la contradicción que existe en la industria turística de lugares como Cancún: «Muchas veces, se venden cuartos de hotel muy caros, principalmente para turismo extranjero, y los trabajadores no tienen las mismas condiciones de bienestar». Mientras los grandes desarrollos turísticos generan inmensas ganancias, los empleados que sostienen la operación diaria apenas pueden acceder a una vivienda digna. ¿No es esta una muestra palpable de cómo el crecimiento económico puede olvidarse del factor humano? Sheinbaum parece decidida a cambiar esta narrativa, y la construcción de viviendas para estos trabajadores sugiere un intento por equilibrar el desarrollo económico con el desarrollo social.

Además de la problemática de vivienda, Sheinbaum no esquivó otros asuntos espinosos en Quintana Roo, como la corrupción en los cambios de uso de suelo y la venta irregular de tierras. Durante años, el estado ha sido un terreno fértil para la especulación, con «ventas dobles desde áreas nacionales hasta propiedades privadas o ejidales», como lo expresó la presidenta. Las implicaciones de estas acciones van más allá de la mera corrupción: afectan el medio ambiente y desatan un crecimiento urbano desordenado, que pone en riesgo el delicado equilibrio ecológico de la región.

El plan de Sheinbaum de implementar un ordenamiento territorial para frenar la expansión descontrolada es, sin duda, una señal de que se busca rectificar los errores del pasado. Pero, ¿será suficiente? Con obras de infraestructura como el aeropuerto de Tulum y el hotel del Tren Maya en marcha, el desafío de mantener el desarrollo sin arrasar con la selva y las áreas protegidas será monumental. La propuesta de evitar que Tulum crezca sobre la selva suena bien en papel, pero habrá que ver si los intereses económicos permitirán que esta visión se haga realidad.

Es alentador ver que el gobierno busca mejorar las condiciones de vida de los trabajadores turísticos, pero también es importante preguntarse si este proyecto de viviendas será solo un paliativo o si realmente marcará el inicio de un cambio estructural en la forma en que entendemos el desarrollo turístico. La presidenta Sheinbaum parece tener claro que el bienestar social no debe ser un precio que paguen quienes sostienen el crecimiento económico. Ahora, el reto será llevarlo a la práctica.

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