
Redacción / Quintana Roo Ahora
Cancún.- Si pensabas que las historias de terror en hospitales eran solo para las películas, prepárate para conocer la triste realidad que enfrentan los derechohabientes del ISSSTE en Benito Juárez. La jornada de atención médica de ayer fue, en palabras de los pacientes, una experiencia digna de «suspenso» y «desesperación», pero sin el glamour de una película de Hollywood.
Las instalaciones del ISSSTE parecen más un museo de lo obsoleto que un lugar donde los ciudadanos deben recibir atención de salud. Y si pensabas que las consultas de 15 minutos son una forma moderna de «eficiencia», piénsalo de nuevo. En este hospital, los diagnósticos se hacen más rápido que el café de la mañana. Lo que no se resuelve en ese fugaz cuarto de consulta, debe ser cubierto en instituciones privadas… y por cuenta de los pacientes. Rogelio Hernández Peña, por ejemplo, tiene que buscar una radiografía de cadera en otro lugar porque, como le dijeron, «la tecnología no funciona». ¿Cómo calificarlo? Inoperante, claro.



La indignación es palpable. César Guerrero Herrera, un paciente cansado de la «austeridad» de un servicio de salud cada vez más deteriorado, no duda en calificarlo como un «hospital inoperante». Pero, más allá del servicio, la verdadera víctima es el personal que, a pesar de recibir todas las quejas, tiene que seguir trabajando en condiciones de «miseria médica».
María Rasa, una trabajadora pública de 55 años, ha sido derechohabiente del ISSSTE durante más de 20 años, pero, al igual que muchos otros, ha visto cómo la calidad del servicio se desmorona. Ahora, las citas con especialistas, antes rápidas, tardan meses. Y no solo eso, los pacientes se ven obligados a recurrir a hospitales privados, lo que deja en evidencia lo irónico de un sistema de salud que, en teoría, fue creado para aliviar estas cargas.
Abelino Canche, trabajador del sector público, es otro de los afectados. Este paciente de 40 años tiene que luchar constantemente por los medicamentos que necesita para su asma crónica, ya que en el ISSSTE de Cancún, simplemente no hay. Al final, su salud, y la de muchos otros, está a la deriva, mientras el sistema de salud pública se tambalea.
Pero el dolor no se detiene ahí. Gabriel Camal, un funcionario público que promovió un amparo, tuvo que enfrentarse a la negativa del ISSSTE de atender a su hijo de apenas dos años, diagnosticado con cáncer. ¿El resultado? Un viaje largo y costoso por el laberinto burocrático, mientras la vida de su hijo se veía comprometida.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) ha levantado la voz, y ya ha tenido reuniones con el titular del ISSSTE a nivel nacional, buscando que, por fin, se atienda el desastre de los hospitales de Benito Juárez y Othón P. Blanco. Ojalá que, en lugar de una consulta express, lo que llegue pronto sea una solución real.