
Redacción / Quintana Roo Ahora
Parece que en el sindicato de taxistas “Andrés Quintana Roo” de Cancún, la única limpieza que se necesita es una de la más profunda, y no precisamente de las calles. Tras la detención de Salomón Alfonso Muñoz, alias “Mafer”, exlíder interino del gremio, la necesidad de un cambio en la dirigencia se vuelve no solo urgente, sino inminente. Y no se trata solo de un cambio de caras, sino de un cambio de rumbo, si es que aún queda alguna posibilidad de redención para un sindicato cuya imagen ha quedado gravemente afectada.
Con el sindicato de taxistas en una especie de torbellino, lo que se dice en los pasillos es que los socios concesionarios ya no solo se sienten desconfíados, sino también un tanto confundidos sobre el futuro inmediato de su gremio. Si a Salomón le dictan prisión preventiva, según los estatutos del sindicato, quien debería tomar el control de la situación es la secretaria del Interior, Rosy Orozco. Sin embargo, si no se cumple con la norma, la cuestión se volvería aún más complicada, pues la sucesión seguiría un orden preestablecido y, entre las más de 20 carteras, parece que la renovación solo podría llegar con una Asamblea Extraordinaria.
Lo que se dice por ahí es que la planilla que encabezó Rubén Carrillo no es precisamente un modelo de integridad. Con rumores de complicidad con actos delictivos, los concesionarios de taxis tendrían la oportunidad de, por fin, limpiar las malas hierbas. Pero claro, no sería una limpieza cualquiera, sino un barrido completo, porque ya es hora de una renovación real, no solo de la fachada. De no ser así, lo que seguiría es una simple continuidad de lo mismo: vínculos turbios y más desconfianza.
Los taxistas, como muchos otros gremios, tienen en sus manos la posibilidad de cambiar la percepción pública que tanto los afecta. Pero hacerlo no será tarea fácil. De hecho, será casi imposible limpiar su imagen con tantos años de señalamientos. Lo cierto es que, si no empiezan de cero, los taxistas de Cancún podrían terminar, lamentablemente, perdiendo mucho más que una batalla interna. Podrían estar perdiendo la oportunidad de recuperar la confianza de la ciudadanía, una confianza que, si se pierde, cuesta mucho más que dinero.