
Playa del Carmen.- Anunciada como la obra que cambiaría el rostro del sur de México, la estación del Tren Maya en Playa del Carmen hoy luce más como un decorado que como el motor de desarrollo prometido. A meses de su inauguración, el panorama es desolador: locales cerrados, andenes vacíos y un servicio limitado a una salida diaria hacia Mérida y otra a Tulum. Parece que el único tren que abordaron fue el de las promesas vacías.








Esto no es todo. La estación carga consigo una historia de polémica: deforestación, costos elevados y un discurso que prometía ser el salvavidas económico de la región. ¿Qué quedó de todo eso? Un “elefante blanco” estacionado, al que pocos suben y que parece no llegar a ninguna parte.
El impacto en la región, al menos hasta ahora, es tan visible como los usuarios en la estación: inexistente. ¿Problemas de planeación, una estrategia a medias o simplemente un proyecto que nunca tuvo los rieles bien puestos? Mientras tanto, los habitantes y turistas se preguntan si algún día el Tren Maya realmente cumplirá con el viaje hacia el desarrollo que tanto anunciaron. Por ahora, solo quedan los boletos de ida a la decepción.