
Paso En Falso
La frase «Hay gobernadora» se ha convertido en el mantra de Mara Lezama, quien parece necesitar reafirmar su liderazgo en cada acto público. Este gesto, lejos de consolidar su figura, delata una incertidumbre que se cierne sobre su proyecto político, particularmente en torno a su apuesta de sucesión: el senador Eugenio Segura Vázquez. Mientras Segura busca posicionarse como el elegido, el panorama político en Quintana Roo comienza a dividirse, y voces críticas dentro de Morena están moviendo sus piezas para respaldar una alternativa.
El nombre que surge con fuerza es Rafael Marín Mollinedo, un viejo conocido en la política local y cercano al círculo de confianza del expresidente López Obrador. Aunque Marín había manifestado su intención de retirarse de la vida pública, el juego político parece atraerlo de nuevo, impulsado por sectores de Morena que desconfían de la viabilidad del proyecto de Segura. La base de este apoyo proviene de un morenismo más crítico, que cuestiona lo que considera una falta de alternativas sólidas dentro del partido. Sin embargo, la incógnita es si Marín se mantendrá con firmeza en ese cargo de recomponer a Morena en el Estado, un partido que ha sido el de las sobras. El verde se lo ha comido todo, el viejo PRI regresó a la escena, lo revivió Mara Lezama.
El peso del PVEM, con sus jóvenes cuadros y vínculos en la administración pública, complica aún más el tablero. La gobernadora sabe que una eventual encuesta definitoria pondrá a prueba su control sobre el partido y su capacidad de imponer a Segura. Pero este escenario no solo es un reto generacional, sino una lucha entre proyectos: el de continuidad, representado por Segura y Lezama, y el de ruptura, que encarna la figura de Marín. Lo que parece claro es que ambos bandos entienden que la política de sucesión en Quintana Roo no se juega solo en el estado, sino en los pasillos del poder nacional.
Al final, el eco de «Hay gobernadora» no basta para garantizar la estabilidad del proyecto. En un estado donde los fantasmas del pasado —como el borgismo— aún susurran al oído de algunos actores políticos, el liderazgo de Mara Lezama se pondrá a prueba no solo en los resultados de su administración, sino en su capacidad de contener las fracturas internas que amenazan con desbordarse. Si la gobernadora quiere dejar un legado sólido, tendrá que demostrar que su frase no es un grito de auxilio, sino una declaración de fortaleza.