octubre 29, 2025

Paso En Falso

Otra alternativa de movilidad en Cancún. Otra opción más. Otro parche más. Así es como el gobierno estatal pretende resolver un problema que lleva años afectando tanto a turistas como a quintanarroenses. Se anuncia con bombo y platillo un servicio de transporte directo del aeropuerto a la Zona Hotelera operado por ADO, mientras el verdadero problema sigue intacto: la impunidad de los taxistas. Si la solución es crear opciones paralelas en lugar de regular a los taxistas y exigirles un servicio digno, ¿qué sigue? ¿Dejar que el problema crezca hasta que haya que ofrecer rutas en barco para evitar a los ruleteros?

La historia se repite. Primero fue Uber, con toda la resistencia y violencia que provocó su llegada, una competencia ferozmente atacada porque amenazaba el monopolio del sindicato taxista. Ahora, se presenta ADO como una alternativa más, pero la pregunta incómoda es inevitable: si hoy se les abre el camino a los autobuses, ¿qué garantiza que mañana los mismos taxistas no los verán como enemigos a eliminar? Ya no se sabe qué esperar de un gremio que opera con la certeza de que sus abusos quedarán impunes.

El problema no es la falta de opciones, sino la falta de voluntad para solucionar el caos de los taxis en el estado. La tarifa exagerada por un servicio deficiente, la prepotencia de los choferes, la falta de seguridad y la impunidad con la que operan siguen sin atenderse. En vez de exigir calidad, capacitar y regular con mano firme, se opta por la salida fácil: poner a otros en la cancha sin enfrentar al verdadero problema. Pero postergar el conflicto no lo resuelve.

Si el turismo es la joya de la corona de Quintana Roo, entonces es hora de protegerlo con acciones de fondo, no con paliativos. Regular y modernizar el servicio de taxis es una necesidad urgente, no una opción. Si se deja pasar el tiempo, la guerra contra Uber solo será el primer capítulo de un conflicto mayor. Porque si algo ha quedado claro en este estado es que, cuando se trata de los taxistas, el miedo le gana al orden y la omisión le gana al cambio.

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