
Redacción / Quintana Roo Ahora
CDMX.- Desde el inicio del gobierno de Claudia Sheinbaum y el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero, México ha recibido a más de 300 elementos de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, todos autorizados por el Senado para ingresar al país con armamento, vehículos, aeronaves y buques, bajo el argumento de acciones de capacitación conjunta.
A la fecha, la presidenta Sheinbaum ha enviado seis solicitudes al Senado para permitir la entrada de personal militar estadounidense, principalmente del Comando Norte, y todas han sido aprobadas por unanimidad, incluso con el respaldo de la oposición. En tribuna, senadores de Morena han defendido estos ejercicios como parte de una estrategia para “fortalecer la soberanía nacional”.
Pero la paradoja no ha pasado desapercibida. En los últimos meses —y particularmente en febrero de 2025—, tres aeronaves espías de Estados Unidos fueron detectadas por las Fuerzas Armadas mexicanas volando cerca del espacio aéreo nacional. Su función: interceptar comunicaciones como parte de las operaciones contra el tráfico de fentanilo y los cárteles de la droga.
La colaboración ha incluido entrenamientos bilaterales en diversas sedes militares. El primero, en enero pasado, autorizó la entrada de 11 instructores del 7/o Grupo de Fuerzas Especiales al Centro de Adiestramiento de Fuerzas Especiales en Temamatla, Estado de México, y Santa Gertrudis, Chihuahua. Posteriormente, en febrero, ingresaron 10 militares más, esta vez para capacitar a la Infantería de Marina en Campeche.
El despliegue más grande ocurrió en marzo: 155 infantes de Marina del Comando Norte fueron autorizados para participar en el Ejercicio Bilateral Anfibio FÉNIX 2025 en Isla Santa Margarita, Baja California Sur. Llegaron con municiones, vehículos blindados y equipo especializado, y permanecieron en México casi un mes.
En abril, se permitió también la entrada de 13 elementos armados y seis aeronaves estadounidenses para participar en la Feria Aeroespacial México 2025, celebrada en la Base Aérea de Santa Lucía. Y para julio, el Senado ya aprobó otro ejercicio conjunto en Santa Gertrudis con 120 militares del Comando Norte, quienes llegarán a bordo de tres aeronaves C-130 Hércules.
Aunque la narrativa oficial destaca la cooperación en seguridad y combate al crimen transnacional, el contexto de militarización creciente y la discreta vigilancia aérea estadounidense, contrastan con el discurso nacionalista del actual gobierno. Lo que se promueve como soberanía, se ejecuta en un terreno cada vez más compartido.