
Paso En Falso
Cuando Claudia Sheinbaum lanzó el programa “México te abraza”, más de uno quiso creer que esta vez el gobierno recibiría con dignidad a quienes el sistema migratorio estadounidense escupe con brutalidad. Prometieron empleo, asistencia y una bienvenida cálida. Pero la realidad —como tantas veces ocurre— fue otra: apenas el 4% de los casi 40 mil mexicanos deportados desde enero han conseguido trabajo. El resto camina a la deriva por un país que les da la espalda justo cuando más lo necesitan. Un país donde las sillas de las ferias de empleo están impecablemente nuevas… porque nunca se usaron.
El desajuste no es menor. Estados Unidos decidió enviar a los deportados al sur —a Tapachula y Villahermosa— lejos de los puntos originalmente previstos por el gobierno mexicano y, sobre todo, lejos de los centros donde se concentran empleos, albergues, redes de apoyo y servicios. Chiapas y Tabasco no solo son dos de los estados con mayores índices de pobreza, también son sitios con menos de mil vacantes laborales registradas, según datos del Consejo Coordinador Empresarial. Mientras tanto, los empleos prometidos por empresas como Walmart o Femsa están en el norte o el centro. ¿Cómo llegar hasta allá si el gobierno apenas les da un vale de 2 mil pesos, insuficiente incluso para un boleto de autobús?
Lo más grave no es solo la desconexión entre promesa y ejecución, sino el silencio institucional. Ni la Secretaría de Gobernación ni la oficina de la presidenta han explicado por qué no se adaptaron al nuevo patrón de vuelos, ni han ajustado la estrategia para colocar ferias de empleo donde realmente se necesitan. Las mesas están listas en el AIFA, pero los repatriados no llegan ahí. En cambio, desembarcan en terminales alejadas, sin información previa, con una maleta y la incertidumbre como único plan.
Esta no es solo una falla logística: es una crisis de empatía. Es fácil aplaudir desde la tribuna cuando se lanza un programa con nombre bonito y respaldo empresarial, pero el verdadero compromiso se mide en campo, en los rostros de quienes bajan del avión y no saben a dónde ir. Sheinbaum ha demostrado voluntad, sí, pero no basta con querer: hay que ejecutar con sensibilidad, estrategia y visión federal. Porque en esta repatriación forzada, lo que más se necesita no es propaganda, sino país.