septiembre 28, 2025

Redacción / Quintana Roo Ahora

Quintana Roo .- No hay otra forma de decirlo: las llamadas falsas al Cuerpo de Bomberos son una reverenda irresponsabilidad. Y no, no es “una travesura” ni una manera de pasar el tiempo. Es un acto vil que pone en riesgo vidas humanas, malgasta recursos públicos y muestra el peor rostro de una sociedad que, en muchos casos, no ha entendido nada.

Lo ha dicho claro y fuerte Aquileo Cervantes Álvarez, director de la corporación: de cada 100 reportes, 20 son falsos. ¡Veinte! Eso significa que casi una cuarta parte de los recursos, tiempo y personal se desperdicia por culpa de gente que, sin el menor sentido común, decide “jugar al incendio”. Y lo peor: la mayoría de estas llamadas son hechas por adultos. Ni siquiera podemos culpar a la ignorancia infantil. ¿Qué excusa tiene un adulto para reportar un incendio que no existe?

¿Se han puesto a pensar lo que cuesta una salida de emergencia? Entre 3 mil y 5 mil pesos, dependiendo de la distancia y el tipo de unidad. Combustible, desgaste mecánico, horas-hombre… ¿Y si mientras los bomberos van a atender una “broma” se registra un incendio real con personas atrapadas? Eso puede significar una muerte que pudo evitarse.

No es exageración. En el último año, los bomberos de Cancún atendieron más de 7 mil 300 emergencias reales, rescataron a casi 100 personas con vida y enfrentaron escenas donde no todos lograron sobrevivir. ¿Y aún así hay quien cree que está bien bromear con eso?

Las llamadas falsas no solo insultan la labor de estos héroes anónimos, también afectan directamente a quienes algún día podríamos necesitar de su ayuda. El 911 no es una línea de entretenimiento, es una red de auxilio vital. Y quien lo usa mal, quien finge una emergencia, debería ser sancionado como el criminal que potencialmente es.

Seamos claros: esto ya no es gracioso, nunca lo fue y nunca lo será. La próxima vez que marque un número de emergencia, hágalo con la conciencia de que detrás de esa llamada hay personas listas para dar su vida por usted… no para seguirle la corriente en su patética necesidad de atención.

Es tiempo de exigir responsabilidad. Y más aún: es tiempo de asumirla. Porque jugar con la vida de otros no es una broma, es un crimen.

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