septiembre 29, 2025

Cancún, Quintana Roo.- No es un secreto: La Casa de los Abuelos es una de las cadenas de restaurantes más populares de Cancún. Lo que sus clientes no saben es que, detrás de esos platillos de “abuelita”, se esconde un sistema de explotación laboral que haría ruborizarse hasta al más cínico de los patrones.

Y no es exageración. Trabajadores de esta cadena –que prefieren el anonimato por miedo a represalias– han denunciado prácticas que rayan en lo delictivo: descuentos ilegales del 5% diario disfrazados como “derecho de piso”, falta de registro ante el IMSS y negación de vacaciones y prestaciones de ley. ¿Es esto un restaurante o un centro de extorsión laboral?

En la sucursal de Gran Plaza Cancún, de 120 empleados, solo 66 están registrados en el IMSS. En La Coba, de 89 trabajadores, solo 59 cuentan con seguridad social. ¿Dónde está el resto? En el limbo de la informalidad, sirviendo garnachas sin derecho a enfermarse, sin derecho a una pensión, sin derecho a existir legalmente.

El presunto responsable de este despropósito es Jorge Díaz Barbas, propietario de la cadena, quien al parecer considera que los derechos laborales son un “extra” opcional, como agregar guacamole al platillo. Mientras él cuenta sus utilidades, sus empleados ven cómo sus salarios se reducen día a día gracias a ese “derecho de piso” –término que, por cierto, suena más a práctica de crimen organizado que a política de recursos humanos–.

Las leyes son claras. Las multas por no registrar a los trabajadores ante el IMSS pueden oscilar entre $2,074 y $36,309 pesos por cada empleado. ¿Acaso Díaz Barbas cree que las normas no aplican para él? ¿O será que prefiere pagar eventuales multas antes que dar a sus trabajadores lo que por ley merecen?

Pero esto no es nuevo. Ya antes, empleados habían alzado la voz contra estas prácticas abusivas. Y sin embargo, todo continúa igual. ¿Dónde están las autoridades? ¿Dónde está la Secretaría del Trabajo? ¿Dónde está el IMSS? Mientras tanto, meseros, garroteros y personal de limpieza –los más vulnerables– siguen siendo víctimas de un sistema que los invisibiliza.

Hoy decimos: ¡Ya basta!
Basta de descuentos ilegales.
Basta de empleados fantasma.
Basta de patrones que se enriquecen a costa de la dignidad de sus trabajadores.

Que la próxima vez que usted, querido lector, visite La Casa de los Abuelos, se pregunte: ¿quién realmente está pagando los platos rotos?

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