
Redacción / Quintana Roo Ahora
Cusco, Perú.— Desde mediados de septiembre, la histórica ciudadela inca de Machu Picchu vive una grave crisis tras el bloqueo de vías férreas y carreteras por protestas sociales, lo que ha paralizado por completo el transporte hacia uno de los destinos turísticos más emblemáticos del mundo y dejado a alrededor de 900 visitantes varados en Aguas Calientes.
El conflicto estalló cuando expiró el contrato de Consettur, empresa encargada del servicio de buses entre Aguas Calientes y Machu Picchu, y se asignó temporalmente la concesión a San Antonio de Torontoy sin un proceso de licitación público. Comunidades locales denunciaron irregularidades y exigieron mayor transparencia y participación en la adjudicación, por lo que colocaron rocas y obstáculos en las vías del tren y cerraron las carreteras de acceso.
Aunque se consiguió evacuar a cerca de 1,400 turistas, el paso terrestre y ferroviario sigue severamente restringido. La situación se agravó el 16 de septiembre con un accidente de bus que transportaba visitantes y dejó 31 heridos, provocando largas filas y retrasos adicionales. Consettur opera actualmente con una flota reducida de 19 a 21 unidades, lo que limita aún más la movilización de pasajeros.
Las autoridades locales han desplegado más de 160 efectivos policiales para restablecer el orden y brindar seguridad, pero la tensión persiste. Los representantes del sector estiman pérdidas económicas superiores a 2 millones de soles diarios y advierten que la prolongación del conflicto podría dañar irreparablemente la reputación de Machu Picchu como Patrimonio de la Humanidad y una de las Siete Maravillas del Mundo.
Ante la incertidumbre, las autoridades y diversas embajadas recomiendan a los viajeros mantenerse informados sobre la evolución de las protestas y considerar rutas alternativas o posponer su visita. Especialistas subrayan la urgencia de establecer un diálogo abierto entre operadores turísticos, comunidades y gobierno para resolver el conflicto y garantizar un turismo responsable que salvaguarde el valor cultural y natural de la región.