octubre 7, 2025

Paso En Falso

La Consulta Ciudadana de Movilidad realizada este domingo en Quintana Roo pretendía ser un ejercicio democrático, una oportunidad para que la gente opinara sobre el futuro del transporte público. Sin embargo, terminó siendo un evento a medio gas, con poca participación y mucha improvisación. Muchos ciudadanos se enteraron del ejercicio apenas el mismo día, cuando ya los buzones estaban colocados. ¿De qué sirve invitar a opinar si la convocatoria llega cuando la decisión ya parece tomada? La democracia participativa no se construye con slogans bonitos, sino con información oportuna y voluntad de escuchar de verdad.

El transporte público en Cancún y en gran parte del estado lleva años siendo un reflejo de lo que no funciona: unidades viejas, maltratadas y, en muchos casos, peligrosas. En cada esquina se pueden ver combis que deberían estar en un taller, no circulando. Los choques son frecuentes, los frenos dudosos y los asientos rotos. Durante las lluvias, el servicio se reduce como si el clima fuera excusa para abandonar a miles de usuarios que dependen de él para llegar a casa o al trabajo. Mientras tanto, los concesionarios levantan la mano pidiendo aumento en la tarifa, pero olvidan que la ley es clara: antes de cobrar más, deben ofrecer un servicio digno.

La ciudadanía no necesita una consulta para saber lo que todos vemos a diario: que el sistema de transporte está rebasado. Lo que necesita es autoridad que exija cumplimiento, supervisión real y sanciones a quienes no respetan sus compromisos. Si los transportistas quieren conservar sus concesiones, deben invertir en renovar unidades, capacitar conductores y ofrecer un trato humano. No basta con pintar de nuevo la combi; hay que reconstruir la confianza perdida.

“Tu Voz Nos Mueve” podría haber sido el principio de una transformación, pero sin planeación ni transparencia, se quedó en un gesto vacío. Escuchar a la gente no es montar una urna simbólica un domingo, sino comprometerse a transformar sus palabras en acciones. La movilidad no se consulta, se garantiza. Porque moverse con dignidad no es un privilegio: es un derecho.

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