Paso en Falso
El Partido Acción Nacional (PAN) en Quintana Roo se encuentra en una encrucijada, y todo parece indicar que su presidenta estatal, Reyna Tamayo Carballo, es parte del problema. Las recientes críticas de militantes referentes del partido, como la ex senadora Susana Martínez Cárdenas, han destapado una serie de inconformidades que apuntan directamente a la gestión de Tamaño, quien, según ellos, ha convertido al PAN en un feudo familiar, un modo de vida que beneficia únicamente a los suyos, dejando de lado los principios del partido.
Martínez Cárdenas y otros militantes de peso dentro del PAN han sido claros: Reyna Tamaño debe renunciar. Su doble rol como diputada local y presidenta estatal del partido parece estar superando sus capacidades, o peor aún, mostrando su falta de interés en representar a la militancia de manera digna.
La acusación más grave no es sólo que haya convertido al PAN en un negocio familiar, sino que, como diputada, está fallando estrepitosamente en su papel de oposición. La legislatura se supone que es el espacio donde se alzan voces críticas y firmes en defensa de la ciudadanía, pero Tamayo y su compañero, Ángel Álvarez Herrera, están jugando para el equipo contrario. Según sus compañeros de partido, han optado por seguir la línea de Morena, votando a favor de sus iniciativas y dejando a sus representados sin una verdadera oposición.
Este es, quizás, el punto más preocupante. El PAN en Quintana Roo ha perdido su papel como una fuerza opositora. En lugar de ser un contrapeso real al gobierno en turno, se ha convertido en lo que tanto criticaba: una agrupación de focas aplaudidoras que no cuestionan ni fiscalizan.
Y mientras tanto, el descontento crece. “Nuestros diputados por Acción Nacional traen perdida la brújula”, declaró Susana Martínez, señalando que ni siquiera asistieron a la primera sesión del Congreso debido a “su agenda personal”. Esa misma agenda que, curiosamente, parece estar muy en sintonía con la de Morena, pero completamente desconectada de la ciudadanía que votó por ellos.
No es la primera vez que el PAN enfrenta una crisis de identidad, pero lo que ocurre en Quintana Roo refleja un problema más profundo: la política se ha vuelto un negocio de unos cuantos, y los ideales del partido parecen haberse quedado en el camino. Reyna Tamaño, con su historial de dos veces regidora y ahora diputada, ha repetido lo que tanto criticaba de su antecesor, Eduardo Martínez. El poder se ha vuelto un fin en sí mismo, y eso es lo más peligroso para cualquier institución política.