
Paso En Falso
Si algo no necesita Cancún en este momento es otro escándalo que lo ponga en la mira del turismo nacional e internacional. No bastan los abusos de taxistas que asaltan a pasajeros, ni el transporte público deficiente, ni las playas en disputa entre concesionarios y bañistas. Ahora, la polémica recae en el Hotel Riu Caribe, donde una familia mexicana denunció maltrato y uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía Turística y el personal del hotel. Como siempre, el caso no cobró relevancia hasta que se viralizó en redes, forzando a las autoridades y la empresa a dar explicaciones.
Las imágenes de los turistas sometidos y esposados en traje de baño dan la vuelta al país, mientras el hotel se defiende alegando que incumplieron normas de seguridad y reaccionaron de manera agresiva. ¿La versión de la familia? Que fueron discriminados y tratados con brutalidad. En un destino donde el turismo es el pilar económico, cualquier percepción de maltrato a los visitantes debería ser motivo de preocupación seria, pero parece que solo se reacciona cuando el escándalo ya está descontrolado.
Las autoridades municipales dicen investigar el caso, pero su postura tibia y el discurso ambiguo no generan confianza. ¿Cuántos otros abusos han quedado ocultos porque las víctimas no tuvieron la suerte de grabarlos? Si el gobierno de Cancún quiere salvar la reputación de la ciudad, debe dejar de actuar como vocero de las empresas y garantizar que turistas y residentes reciban un trato digno, sin distinción.
Este es el verdadero problema de Cancún: no es sólo un destino de sol y playa, es un escaparate de impunidad. Lo que sucede aquí no se queda aquí; las redes han demostrado que la imagen del Caribe Mexicano se deteriora a nivel global con cada injusticia exhibida. Y mientras las autoridades y empresarios no asuman responsabilidad, la reputación de Cancún seguirá hundiéndose más rápido que cualquier intento de control de daños.