
Redacción / Quintana Roo Ahora
Cuando creíamos que el Registro Civil de Cancún no podía caer más bajo tras la era de Marcos Basilio Saldívar, el Ayuntamiento decidió sorprendernos con un giro digno de telenovela: poner al mando a Eduardo Salamy Kuyoc Rodríguez, un personaje con un historial tan dudoso que parece sacado del catálogo de villanos políticos de Quintana Roo.
Este genio del oportunismo, que cambió de bandera política con la misma facilidad con la que cambia de trajes, encontró en el Partido Verde su boleto dorado al poder. ¿La clave de su éxito? Aliarse con los ganadores de la alianza Morena-Verde y surfear la ola del «cambio» mientras escondía bajo la alfombra su participación en el infame «cártel del despojo». ¿Qué es eso, preguntas? Pues básicamente un manual de cómo despojar a cientos de familias de sus hogares utilizando trampas legales, notificaciones falsas y remates exprés. Un aplauso para la creatividad, aunque no para la ética.
Ahora, Salamy ha llegado al Registro Civil con su propio séquito, un grupo compacto de leales que no tardaron en mostrar la “nueva dinámica”. En otras palabras: si no participas en las corruptelas, te hacen la vida imposible o simplemente te eliminan del mapa laboral. Porque si algo caracteriza al nuevo director es su amor por el billete rápido y mal habido.

¿Necesitas un acta de nacimiento o de defunción? Prepárate para una carrera de obstáculos, porque la estrategia es simple: complicar todo lo posible para que los usuarios terminen aceptando la ayuda de Yordi Novelo Ruiz, un gestor extraoficial que “milagrosamente” resuelve trámites… por un precio, claro. Este sistema no solo perpetúa las corruptelas, sino que las perfecciona. Desde bodas hasta pagos de predial, todo tiene su tarifa especial, con un toque de extorsión incluido.
Ah, y no olvidemos el golpe maestro: centralizar los trámites de defunciones en la oficina del Parque de las Palapas, quitándole facultades a las otras oficialías. Porque nada dice «servicio público» como aprovechar el dolor ajeno para hacer negocio.
Y por si fuera poco, Salamy no se conforma con despojar a los usuarios de su dinero; también despoja a sus empleados de dignidad. El caso de su ex pareja sentimental es solo la cereza del pastel en un ambiente laboral donde las amenazas y el favoritismo son moneda corriente.
En resumen, Eduardo Salamy Kuyoc no solo ha convertido el Registro Civil en su minita de oro, sino que lo ha elevado a un nivel de corrupción casi artístico. Si esto fuera una competencia, Cancún ya tendría a su campeón. Mientras tanto, los ciudadanos seguimos esperando algo tan simple como un trámite decente. Pero claro, pedir honestidad en estas tierras es como pedir nieve en el Caribe.